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Jueves, 17 de octubre de 2013

EL REGGAE DEL FUTURO QUEDA CERCA DE NAIROBI

“Una tormenta eléctricaque tira destellos”

Ivy Lee, músico, productor y capitán del combo, hace las veces de un Doc Brown que busca un rayo del mañana para encarar mejor los bardos de hoy.

 Por Yumber Vera Rojas

En la esquina de Niceto Vega y Fitz Roy, a un lado de la entrada de la pizzería El Viejo Palermo, todo un clásico express de la noche porteña, Ivi Lee disfruta de su segunda empanada cuando frente a él pasa súbitamente Carlos Salvador Bilardo. Ante la sorpresa, al capitán de Nairobi lo único que se le ocurre es sacar de la manga una anécdota. “A los 17 años, vi al Flaco Menotti caminando desde el horizonte, y lo paré para pedirle un consejo. Lo miro y me pregunta: ‘¿Para el fútbol o para la vida?’. Le contesto que para las dos. Entonces me dice: ‘El timing, pibe’. Se fue, y yo me quedé en shock pensando: ‘Qué clara que la tiene este chabón’.” Si bien lo del DT campeón del Mundial del ‘78 forma parte de la humorada, el relato viene bien como metáfora para denotar que el cantante, músico y productor argentino hilvanó su filosofía de trabajo a partir del caudal de enseñanzas que tomó de figuras con un análisis profundo de la vida misma. “Una vez le pregunté a Lee Perry si le gustaban los Beastie

Boys, y me respondió que sí porque a ellos les copaba su obra. La falsa modestia no va. Hay que bajar un poco la boludez.”

Cuando Ivi habla no sólo lo hace con convencimiento de lo que dice, sino con mística, la misma que contagia tanto en el escenario como al momento de compartir cerveza. “Lo que une a los miembros de Nairboi es el reggae y el dub, al igual que el aprendizaje y las ganas de hacer de la música una profesión”, apunta el músico de 33 años semanas después del evento bilardesco y a pocas horas de tomar un vuelo a Londres, donde se reunirá con Las Kellies, agrupación indie argentina de la que forma parte su novia, la violera Cecilia Kelly, y que nuevamente encarará una gira europea, en la que el Nairobi cumplirá el papel de operador de sonido. “Lo primero que nos motivó fue la fe, los sueños en común. Hay un momento en la vida en que te das cuenta de cuál es tu misión, tu destino, de qué te vas a hacer cargo, más allá de las curvas que pegue. El único crédito con el que contamos es que somos una banda con integridad. Todo los que nos sucedió o nos pasa es parte de los deseos de vivir que tenemos. Es algo que sentimos que está empezando a manifestarse a nivel material.”

A pocos días de la aparición de su nuevo álbum, Angkur, cuarto título de una discografía que estrenó en 2009 el elepé Wu Wei, Nairobi es en la actualidad la gran verdad del reggae patrio. Pese a que en sus comienzos levantó la bandera del dub, lo que causó extrañeza al hacerlo fuera de la escena del folclore jamaicano en la Argentina, desde la cosmogonía indie, su actitud renegada y fundamentalista lo salvó de la sequía conceptual que padecen hoy las bandas nacionales dedicadas a la cadencia. Esto derivó en el surgimiento de grupos en su sintonía, de los que despunta Yataians (early reggae manufacturado por hipsters), o en el acercamiento de nombres clásicos del movimiento, como La Zimbabwe y hasta Fidel Nadal, quienes participaron en el segundo capítulo del Dub Fest, evento organizado por Ivi y los suyos en julio. “Fue alto, zarpado y medio raro. Yo, arriba del escenario, lo sentí así”, explica el también creador del flamante sello Crang Records. “Estas jugadas de colaboración son azarosas. Son esas cosas de las que de pronto nos damos cuenta de que tenemos que hacernos cargo.”

Y es que Nairobi planteó las directrices para el reggae del futuro. “Queremos generar un espacio nuevo, pero dentro de las relaciones que ya hay”, asegura Iván Díaz Mathe, el nombre detrás del alter ego. “Lo vemos como una doble vida, dentro del circuito y una propia, en la que tratamos de proponer reglas. Me parece que hay mucho miedo en la escena. Hay una especie de falsa humildad. Desde que empezamos a hacer la movida de Nairobi, si no hacemos una chilena, entonces es un taquito o una asistencia. Siempre debe estar girando una jugada. Y es que no queda otra que ser real.”

Además de Georgi (guitarra) y Bastard (batería electrónica), fundadores del grupo junto con Ivi, a la banda, tras el ingreso de la tecladista Gala y del violero Franky, se incorporaron recientemente el baterista Reymon y el bajista Diego (ex miembros de Alika & Nueva Alianza), lo que potenció su sonido. “Decidimos ser una big band aparte de una guerrilla style, pues aliento a que cada uno desarrolle su talento. Nairobi es una tormenta eléctrica que tira destellos”, dice, en este caso a lo Bambino Veira.

Antes de la segunda edición del Dub Fest, celebrado en el Espacio de Arte G104, en el barrio porteño de Caballito, Nairobi estuvo a pleno con un DJ set y también con la promoción de su disco Wax (2013), que lo llevó a presentarse en el ciclo Terra Live Music. La hiperactividad de la agrupación creada en 2007 al menos da la impresión de que atraviesa un buen momento. “Estamos muy satisfechos con el crecimiento del grupo”, señala Ivi. “La gente a la que le gusta la banda nos dice que merecemos más. Pero eso es falso. La materia se activa, y si esta agrupación no impulsó otro tipo de desarrollo es porque llevó adelante uno diferente. Esta es una máquina de la realidad. Presionamos un botón, y seis meses más tarde lo estamos haciendo. Nos sorprende lo bien que nos va. En Buenos Aires, en esta época de confusión, y en este estado de palidez cultural, mística y del hombre como maquinaria cósmica, es loquísimo que nos den cabida. Cuando alguien por ahí nos ve angustiados, tiene que ver con la inspiración: siempre estamos en una fiesta interna de agradecimiento.”

Gracias a la autogestión, como todos los emprendimientos que lleva adelante, Nairobi llegó el año pasado a Gambia, para participar en Back to Africa, festival organizado por Mad Professor. Aunque no es la primera banda argentina parida de la cultura rock que actúa y graba en Africa (los marplatenses Manta Raya ya lo hicieron en Sudáfrica), es la única que se atrevió a hacerlo en un estado musulmán. “¿Por qué fuimos? ¿Por qué van millones de peregrinos a dar vuelta a La Meca? Porque tienen fe, y creen ser parte de esa cultura increíble y universal”, advierte Ivi Lee. “Me pasó un montón de veces que entré a locales de Buenos Aires y pensaban que iba a robar. Allá estuvimos en un lugar como La Salada y nos sentimos muy a gusto. En un lugar en el que hay tanto prejuicio y mala leche, uno hace un esfuerzo enorme para integrarse. El miedo es una manera fea.”

Devenido en uno de los productores de mayor demanda de la escena de pop independiente nacional, el llamado “Diplo argentino” reconoce que aún falta mucho por recorrer: “Somos nuevos. Estamos trabajando en un género que es antiquísimo. Así que esto es fuerte, y paulatino”.

* Jueves 24 en La Trastienda Club (Balcarce 460). A las 23.30.

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