No es sólo el Indio Solari. César Millán al margen, nadie sabe si al perro de uno le gusta ladrar a lo bobo ni si el perro de dos no quiere, no. Menos aún por qué tal o cual cosa. Porque la mano mejor barajada es que el “mejor amigo”, el can dulce, no deja de ser eso: el espejo empañado que se inventa alma gemela, lazarillo o compañero, señuelo de aventuras y tapiz, caballo alado de las sobremesas de osobuco. Uno (dos, tres) nunca supo, sabe ni sabrá de qué la va esa pelota de pelo y micropartículas de alimento balanceado, bosta y amor en libertad incondicional. Perro y no amigo, ni hijo ni pareja, ni aunque Pastoral haya intentado que el perro no sea perro y nada más. El perro es una raza superior, como lo demuestra el claro hecho de que nunca se queda sin algo con lo que limpiarse el culo.

Desde ovejeros alemanes vigilantes-rati-putos hasta chihuahuas-glam-escorts, pasando por grandaneses-hard-rockers y pitbulls-pijicortos, dobermans-heroinómanos, salchichas-con-lluvia-de-garrapapas y weimaraners-Sirius-Black-Sabbatheros, el perruno es alto mundo de orgullo, pasión y gloria. Guau!, tercer libro de la colección Pianopiano de fotografía colectiva, los tiene por oscuros objetos de flasheo. Ahí está el que le quiere morder la cosa a Winnie Pooh, los que hacen mosh, fuego y huevo, el desvelado, el de la autofelación, el canijo custodio de un sedán 5 puertas y el terrible pedazo de puto acurrucado Trompito (juicio del stencilero).

Son más de cien fotos de un caudal en tres cifras de pichichus mártires, capos o capados, sabuesos, émulos de Batman en plan Caballero de la Noche, una bandada de perritas Hola Susana vestidas para reinar el arenero más concheto de la noche parquechasina. Naturalezas vivas de diseños absolutos: la aerodinamia contra los pelos del traste que se enchastran.

Selección menos azarosa que veterinaria, Guau! viene también a ser otra galería de fotógrafos noveles o con porte de telenovela, de hacedores del palo como Martín Bonetto, Pablo Piovano, Lucía Grossman o Fernando de la Orden, editor asimismo de la colección que imprime Manuel Fernández y diseña Mariana Zerman. Hay en esos más de noventa tríos de ojos y lente una historia que es la de la realización artística, la mediación humana sobre la naturaleza y la mano que da de comer al caniche toy. Pero en Guau! se desnudan condiciones incluso más misteriosas, en perros que queremos hijos o amigos y obtenemos eso, perros. Ortibados, de hocicos afiebrados, cachorritas indispuestas y bólidos del chiche con chiflete, perlitas del diseño universal, maradonas de la lengua, dragones enanos.

* El proyecto Pianopiano sigue en la búsqueda del financiamiento colectivo para la edición en papel de Guau!: idea.me/projects/10090/guau-el-libro.