VILLA DIAMANTE, EMPERADOR UNDER DEL COLLAGE
Hiperkinético y flasheado, el productor y mashupeador (¿lo qué?) insignia de la avanzada local tributa al rock argentino con un vinilo de cartón.
› Por Santiago Rial Ungaro
Villa Diamante no habla rápido. Habla rapidísimo, y tiene mucho que contar. Para colmo, se tiene que ir en minutos “a un ensayo con veinte bailarines”. Claro, lo hiperkinético no quita lo amable: está en Mercurio, una disquería chic que comparte con sus socios en una galería relacionada con el arte. Baluarte de la escena Zizek, es quizás el que mejor supo valorar las ideas de Slavoj Zizek, el filósofo cultural esloveno. Luego de realizar ediciones poco convencionales en cajas de DVD vacías o casetes sin cinta, esta vez ante la imposibilidad legal de editar temas ajenos, vuelve a demostrar su sentido del humor con Por amor al baile, un “vinilo” de cartón... con código QR para llegar a la música (Villadiamante.cc): “Cada mashup es un acto de admiración y respeto, como una ofrenda hacia los artistas que admiro y que me encantaría que la gente baile”.
A Villa Diamante siempre le interesó la superposición, el placer del caos, la simultaneidad del “dos temas al precio de uno”. O ninguno. Cuando inventa el verbo “mashupear”, suena creíble. Por amor al baile es un disco homenaje al rock argentino que demuestra por qué es un dj cada vez más requerido: “Caí justo en un momento de recambio, en el que toda una camada de dj como Diego Ro-K y Romina Cohn dejaron de ser súper populares”.
“En los últimos años estuve experimentando mucho con la cumbia, el folklore y el hip hop, y en un momento sentí que debía hacer algo con el rock argentino. Al principio quería hacer una Enciclopedia del Rock Nacional, pero era demasiado. Para mí el rock nacional es como el folklore. De chiquito, con mi familia, yo escuchaba a Charly García, Fito Páez, Spinetta. Recién después empecé a descubrir otras cosas”, reseña.
Entre esos descubrimientos posteriores están los mashups (hace cuatro años se despachó como el triple virtual Empacho digital) y la cumbia. “Ahora no pasa tanto, pero cuando arranqué siempre escuchaba alguno que me decía: ‘Yo odio la cumbia’. ¿Cómo podés odiar un ritmo? Sé que que las fiestas Zizek hayan viajado por el mundo ayudó a que sea aceptada de otra manera. Yo siento que lo que hago también tiene algo autóctono.” De hecho, el acercamiento de Pablo Lescano sigue siendo un hito de la “cumbia blanca” o “experimental” de Zizek. “El apareció un día porque es amigo de Toy Hernández, el dj de Control Machete, y justo estaba en un período de limpieza: venía a tomar agua, bailar y ver qué onda. Es un divino, tiene re buena onda, supongo que él nos verá como los freaks de la cumbia.”
Es fácil entender por qué Villa Diamante, que llegó casi de la nada (es de Villa Diamante, Lanús, de donde no salen demasiados dj) y haciendo algo que casi nadie hacía, se ganó un lugar. Su actitud de respeto no sólo alcanza a una estrella como Lescano: “Para mí gente como Dick El Demasiado, Sonido Martínez, Fantasma o Marcelo Fabián son referentes: fueron los que me mostraron que la cumbia podía ser una cosa diferente, más experimental. Dick hablaba de la ‘cumbia Photoshop’, una cumbia digitalizada que se amalgama para adaptarse a las pistas de baile”.
Basta escuchar Por amor al baile para entender la vigencia de las palabras de Max Ernst, de hace casi un siglo: “El collage es un instrumental hipersensible y rigurosamente justo, parecido al sismógrafo, capaz de registrar con exactitud las posibilidades de felicidad humana de todas las épocas”. En un punto, si hay un folklore global en el mundo actual, es el ruido. Que puede y suele resultar infernal, y ahí entra el arte (y el mérito) del collage, el “mashup”: mezclar dos canciones es también mezclar dos ruidos, pero para sintonizar el ritmo y la canción se inventa una armonía de emergencia, tan esquizofrénica como gozosa.
Hace poco, Andrés Calamaro (el otro gran exponente del mashup local) entró en la misma fiebre de la mezcla compulsiva. Diamante cuenta que El Salmón lo felicitó por sus obras: “Creo que lo que le gustó fue que estoy trabajando mucho con el rock nacional: quizá se copó cuando escuchó que estaba mezclando cosas de Billy Bond y flasheó por ese lado. Pero la verdad es que yo soy el que flashea con él, y quizá también estoy retomándolo a él. El es el rock argentino”, analiza el músico de Lanús.
“Yo los hago como si estuviera jugando un videogame”, diferencia con humildad el ¿autor? de Por amor al baile, un disco de gráfica cuidada (con arte de Valentino Tettamanti y Lucas DM) y descarga gratuita, que incluye 17 temas que arrancan con El Mato a Un Policía Motorizado vs. G-Tronic y cierra con Fito Páez vs. WichIt, pasando por Los Auténticos Decadentes, Babasónicos, Los Abuelos de la Nada, Virus y Jazzy Mel, mezclados con bases de Frikstailers, Badawi, Benga, 6Blocc y Atlantic Connection.
Para la presentación del vinilo de cartón armó una banda electrónica junto a Milo Moya (beat vox), Patricio Smik (percusión electrónica) y Diamante en voces y sampler, más invitados como Sara Hebe, Sebastián Schachtel (Las Pelotas) en acordeón, Ramiro Jota o El Remolón. Diamante no para: también está todos los domingos en el nuevo Club Cultural Matienzo con un proyecto junto al Combinado Argentino de Danza, un grupo que chicos y chicas que bailan hip hop, folklore, danza contemporánea, africano, dancehall..., lo que sea: “Está bueno porque es algo inclusivo. Los chicos bailan y cuando termina el show la gente explota y siempre se termina apoderando del escenario. Hicimos un espectáculo que se llama Tu Casa, ya hicimos cuatro funciones en el San Martín y está buenísimo porque hacemos mashup de danzas: capaz que suena hip hop y están bailando folklore”.
* Jueves 31 en Niceto Club (Niceto Vega 5510). A las 21.
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