ANDANDO DESCALZO, PERO CON CUIDADO
Aunque busca sitios seguros para presentar Ventanas, su flamante y rockero quinto disco, el sexteto de Mataderos estuvo 18 años pateando bares y fondas de los bajos fondos.
› Por Brian Majlin
“¿Vos decís que hicimos todo al revés? Puede ser, eh.” Juan Ignacio Rodríguez –Quani, cantante de Andando Descalzo– reflexiona sobre los 18 años que llevan en la música y ríe cuando se le comenta que en tiempos en que todas las bandas parecen huir del rock barrial, el grupo de Mataderos grabó su disco más rocker de todos: Ventanas, su quinta obra. “Fue un desafío, algo más jugado”, explica. En febrero de 2012 se encerraron en una quinta en San Miguel a componer, como en 2010, para el disco anterior, en lo que amenaza con convertirse en un ritual.
El retorno al rock no es casual y se da en pleno proceso de maduración: varios músicos del sexteto –completan Maxi Suppa, Federico Salgado, Ariel Paladino, Carlos Quinteros y Pablo Otero– sostienen entre ellos los códigos del barrio desde que se conocieron en la escuela. Algunos, incluso, en jardín de infantes. Pero la banda llegó a la mayoría de edad y, con ello y la llegada de algunos miembros a los 30, las responsabilidades, el asentamiento, la familia. Tampoco es casual que los shows estén más producidos. “Uno con los años se pone más exigente con el sonido y las comodidades, ya no toca en cualquier lado”, reconoce Quani, mientras reflexiona sobre su retorno (natural, dice) al rock.
“Los músicos tienen la necesidad de mostrarse y los productores se abusan. Ahora puede ser que haya más exigencia y controles, pero la capacidad de una banda de imponer condiciones depende de su momento”, dice acerca del pos Cromañón. Y alerta: “Siguen existiendo lugares peligrosos como antes: el rock se merece espacios bien puestos para tocar y faltan algunos de 200, 300 personas, que ayuden a bandas más chicas a que se muestren en lugares piolas”.
Sin dejar de lado las pasiones que los reunieron alrededor de la música, se profesionalizaron: “Quince personas viven total o parcialmente de la banda”, explica el cantante, uno de los que todavía subsisten mediante otra profesión bien distinta: es encargado de desarrollo en un laboratorio. “Es que estudié farmacia muchos años”, aclara ante la sorpresa. “Pero hace 18 años que priorizamos la banda por sobre todo, familias, parejas, cumpleaños.”
–El problema es del otro, porque cuando uno logra asumirse y transmitir en forma clara y segura lo que quiere; no hay mucho que explicar, el otro entiende y se adapta.
–Ayudó a que cuando las cosas no se dan como queremos podamos quedarnos con las partes buenas, la compañía y el bienestar de los amigos. Tuvimos muchísimos altibajos, y esa amistad nos permitió salir adelante y disfrutarlo pese a todo.
El nombre de su banda surgió... porque no tenían otro. Antes solían mentir, inventar historias, pero no hay una explicación. Pero cobró otra significación: siguen andando, nunca dejaron de tocar en 18 años y publicaron cinco discos. “Y lo de Descalzo se vincula con que somos una banda independiente, que genera sus propias ideas y las ejecuta, lo que no es fácil. Lidiamos con la propia traba de la independencia y, a su vez, disfrutamos de esa libertad. La independencia es hacer lo que uno quiere, reconociendo también qué es lo que uno puede hacer.”
Andando Descalzo se pone objetivos a corto plazo. Hasta aquí, en cada disco y en cada crecimiento. Llegaron a Niceto Club, a juntar dos mil personas en las presentaciones del disco de hace unos meses, y ahora van a lo que vendrá. El próximo objetivo es girar por fuera de Buenos Aires, en las provincias y en otros países (tienen discos editados en Europa y en México). Seguir andando.
* Jueves 14, en Niceto Club (Niceto Vega 5510). A las 22.
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