Guardado en una elegante caja de madera se esconde uno de los mejores discos del año: Envidia. Tal es el insidioso y memorable nombre de este proyecto solista de Marcelo Moreyra, líder junto a su alma gemela Daniela Zahra de Mujercitas Terror. Y sí: no hay nada peor que la envidia, pero mejor hablar de ciertas cosas. “No quiero estar en exhibición todo el tiempo. Quiero viajar, pero estoy enfermo”, canta Marcelo en Chico enfermo, una de las 18 canciones de este sorprendente trabajo. “Durante mucho tiempo me costó cantar algo personal, quizá porque nunca le di tanta importancia al individuo. Cuando veo que la persona molesta la música, me alejo”, cuenta Marcelo, que empezó a tocar bajo el nombre de Envidia en 2004, pero durante mucho tiempo sólo tocó una vez al año.

“El nombre lo elegí porque apareció en un texto mío que se llamaba Virus envidia. También aparece en la canción Es de terror tu historia de amor. Creo que tiene que ver con una envidia a lo natural que viene a corromper todo”, interpreta. Pero aunque el nombre parece eclipsar a todos con su densidad, está protegido por una tristeza voluptuosa y hermosos arreglos de guitarra acústica. “Hay muchas bandas, demasiadas. Saturan un poco la realidad”, declara. Por eso decidió presentarse solo con una guitarra.

Como sea, la experiencia de escuchar estas 18 canciones está más allá de cualquier diagnóstico clínico. Y es que este proyecto conjuga desolación y sutileza desde su concepción: una edición en CD-R (con cruces pintadas a mano) en cajas artesanales y ultra limitada, de apenas cien copias, que además de incluir un libro de letras reúne en otro algunos textos de Moreyra con ilustraciones de Daniela Zahra.

“Creo que lo decisivo fue conocer a Andrés Cáceres: él vino a un show de Mujercitas Terror y tuvo la idea de empezar a grabar estas canciones (todas en una toma, sin sobregrabaciones) y también de hacer la gráfica. Son gente rara, con muy buena onda: imaginate que un disco así para ganar guita no sirve”, analiza Moreyra, del que tampoco se podía sospechar nada al respecto. Tanto Cáceres como el dúo Ninja (a cargo de la dirección y realización de arte, diseño del álbum y cajas musicales) estuvieron en todos los detalles, desde la selección de los materiales (¡los papeles los trajeron desde Alemania!), las texturas, las tintas, el lustre de la madera; todo fue minuciosamente pensado en un trabajo de una dedicación que demuestra la devoción que genera una banda como Mujercitas Terror.

Incluso Marcelo cuenta que hay una versión especial de la gráfica del disco Envidia en Francia, con una caja de madera un poco más grande con un visor, en el que se prende una luz y se ve una maqueta en la que se ve una cama, una escopeta y un velador, a la vez que se hace girar una cajita de música y se escucha. Una síntesis del imaginario de Moreyra, cuyas referencias a la psicología y los traumas infantiles, la hipnosis y los caminos prohibidos dan cuenta de sus exquisitas influencias de Marcelo tanto como músico y como escritor, de Mark E. Smith a Johnny Marr y de Morrissey a Baron Corvo; a la vez que tiene algo catártico, curativo.

Pero si las canciones de Envidia parecen aludir a una infancia disfuncional y a un aislamiento que tiene tanto de introspección como de autismo, Marcelo no parece ser víctima de eso y toma distancia: “Yo me pongo a componer con una cierta ira, pero no sé si es tan profundo lo que escribo. Hay cosas que son más policiales que profundas. Estos son temas que quedaron fuera de Mujercitas Terror, canciones que no eran para la banda, porque las canciones para la banda tiene que tener otro contenido: no son tan personales, no uso mucho la primera persona ni el yo, porque en la banda cantamos con Daniela, a la vez. Esta vez necesitaba cantar solo”.