Jueves, 28 de noviembre de 2013 | Hoy
CRóNICA DEL FESTIVAL BIME EN BILBAO
En el encuentro en la Manchester española tocaron Mercury Rev y John Grant, y se confirmó que el futuro de la música descansa en América latina.
Por Yumber Vera Rojas
Luego de cuatro días de lluvia sin parar y de un frío inolvidable, amparados por un cielo herméticamente gris, al Bilbao del otoño europeo le sienta muy bien el símil del “Manchester español”, que se potencia si se considera su fama de urbe industrial. Y si se condimentan esas características con aliños satelitales como el derbi futbolero del Aletic contra la Real Sociedad, de proporciones similares a las de un United vs. City, que los hermanos del rock de acá no son los Gallagher sino los Muguruza, y que en vez de un Madchester hubo tres escenas fundamentales para el pop independiente local en los noventa (el Donosti Sound, el Getxo Sound y el Rock Radical), entonces hay un paralelismo bastante especial.
No obstante, si bien en ambas metrópolis el escabio es una cuestión cultural, sólo para dueños de un gran temple estomacal, los bilbaínos ganan por goleada en gastronomía y en idiosincrasia. Y eso además de ostentar un temperamento frontal, por lo que no hay grises al momento de tratar con ellos. Eso sí, nada es tan difícil como entender su idioma.
Así como Bruce Springsteen, que en el País Vasco goza de una popularidad sólo comparable con la que disfruta en Estados Unidos y Alemania, John Grant se ganó a la audiencia del BIME (Bizkaia International Music Experience) a punta de euskera: “Eskerrik asko” (Muchas gracias), mechaba entre tema y tema el cantautor estadounidense, al tiempo que presentaba las canciones de su flamante Pale Green Ghosts, trabajo con el que su folk emotivo pegó el salto hacia la trova digital. Aparte del ex The Czars, los galeses Manic Street Preachers, el sueco Jay-Jay Johanson y los franceses rinôçérôse (habitués porteños en los 2000) fueron los actos centrales de la primera jornada de recitales del evento. Aunque lo más interesante del viernes recayó en los shows de los ingleses Patrick Wolf (Antony and the Johnsons pasado por el filtro más barroco de CocoRosie) y de los indies con sonido yanqui noventoso Yuck, al igual que el latinismo última generación de Xenia Rubinos y el flamenco narcótico y ruidista de Soleá Morente y Los Evangelistas (proyecto de la hija de Enrique Morente).
El subte bilbaíno funciona el sábado durante la madrugada y ayudó al constante movimiento desde el ocaso de la tarde hasta el alba próxima de la segunda fecha del festival, que acaparó a la mayor parte de los 16 mil asistentes del loable debut del BIME, organizado en el inmenso (tan grande como el hangar de un Boeing 707) predio ferial Bizkaia Exhibition Centre (BEC), ubicado en el Gran Bilbao. Junto con Gossip, Mercury Rev, The Wedding Present, el tándem Mark Lanegan y Duke Garwood, y el DJ set de Matthew Herbert, ese día también brilló la argentina Juana Molina. Pero no fue la única exponente criolla del evento, pues le acompañó Tremor, que actuó el miércoles en la Sala Azkena. Y es que a manera de previa de sendas peregrinaciones recitaleras, el BIME sirvió en bandeja, entre el martes y el jueves, en el Kafe Antzokia y en el Bilbo Rock (iglesia recuperada para estos menesteres), algunos showcases de los que destacaron los de The Asteroids Galaxy Tour, funk espacial a la manera danesa, y We Are Standard, unos posibles hijos vascos de los Charlatans UK.
Es una ciudad en la que la migración argentina post estallido de 2001 no es tan evidente como en Madrid o Barcelona, aunque una de las bandas insignias de la actual movida bilbaína proviene de Buenos Aires (Cápsula, que se acaba de mandar uno de los discos notables de 2013, Solar Secrets). En Bilbao, el BIME, iniciativa de Last Tour (la productora de festivales musicales más importante de España, que organiza BBK, cita sonora indispensable del verano europeo), además de convertirse en una alternativa a la apatía festivalera en los meses gélidos del año, pretende ofrecer herramientas a la industrial musical española en tiempos de crisis. Por eso, simultáneamente a los días de showcases, capos de Estados Unidos, Canadá (país invitado), Japón y Europa se reunieron para intercambiar experiencias. Sin embargo, la tilde de las conferencias y del mercado de negocios en esta primera edición, gracias a la curaduría de la agencia Charco, la puso América latina, con gran protagonismo de la Argentina (sellos, industria cultural estatal y periodismo compartieron sus lecturas sobre la realidad local), lo que confirma una vez más lo que antes era mera especulación: el futuro de la música es latinoamericano.
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