SHAMAN HERRERA Y LOS SONIDOS DEL COSMOS
Con Los Pilares de la Creación, el macizo artista patagónico sigue expandiendo sus posibilidades musicales y vocales hasta lo impensado.
› Por Juan Barberis
El porte amplio y macizo de Shaman Herrera carga con la templanza y parsimonia de un joven sabio. A sus 32 años, el músico nacido en Comodoro Rivadavia e instalado en La Plata desde hace más de una década construyó una definida identidad basada en el movimiento, el misticismo y la experimentación. Sin dejar de merodear su tierra natal, este cantor de voz grave y profunda evoca sus paisajes de la infancia desde el calor del asfalto, con amor y nostalgia. “Yo decidí ser un artista de la Patagonia, eso lo llevo adentro, me sale solo”, dice Shaman. “Empecé a componer queriendo que mi música esté en ese contexto: la soledad, el silencio y el aire del Sur.” Merodeando terrenos desolados entre el rock y el folklore, mezcla de Syd Barrett y Violeta Parra –como alguna vez definió su estilo ante Daniel Melero–, la obra de Shaman late como un eslabón exótico en tiempos de abundancia y sobreestimulación.
Dividido entre su rol de músico y productor, gurú dentro de la pandilla que sobrevuela al sello Mandarinas Records, siempre parece en vistas de reinvención. Tras haber editado dos discos junto a Los Hombres en Llamas –-una extensa backing-band conformada por músicos de La Patrulla Espacial, Los Cheremeques y Sr. Tomate, proyecto del que aún es miembro estable–, su última apuesta es Los Pilares de la Creación, un formato mucho más maleable y reducido con el que parece entusiasmarse de forma especial: “Es otra manera de interpretar canciones, necesitaba darles otra impronta”, detalla. “Los Hombres en Llamas nacieron como una necesidad mía de expresión, pero esto ya es otra cosa. Hay otro pensamiento, una apuesta diferente quizá y más concreta: es la concentración en un solo plan.”
Junto a Alejandro Bértora, Eduardo Morote (ambos de Sr. Tomate) y Adrián Conti, Los Pilares de la Creación apelan a la austeridad de instrumentos acústicos, mandolina, charango y bombo legüero, a partir de un concepto determinante: mientras Los Hombres en Llamas dibujaban el Apocalipsis a través de canciones cargadas de postales fatales, entre funerales y cielos rojizos, acá sobrevuela el aroma de un renacer eterno con vistas al espacio infinito. “Es medio extraterrestre, flasheé con eso”, suelta. “Los Pilares de la Creación están en el espacio y un poco apuntamos hacia eso, hacia lo espacial, pero no desde el space rock sino desde otro lado, desde lo folklórico, la conexión entre la Tierra y el Cosmos.”
Al igual que en el último álbum con Los Hombres en Llamas, Herrera volvió a convocar a Melero para la producción; una dupla despareja que parece basarse en una admiración mutua. Sólo que esta vez Melero decidió adoptar un mecanismo de trabajo bastante particular: monitorear el proceso de grabación a la distancia, vía Skype. “El estaba en su casa tomando whisky con uno de los Babasónicos y escuchaba y opinaba: ‘Hacé esto, hacé esto otro...’”, detalla. “Tenerlo al chabón diciéndote cualquier boludez, aunque no le entiendas de qué te está hablando, siempre funciona.”
Después de las sesiones en los estudios Kraut –reducto comandado por el hermano de Shaman, Juan Pablo, y por el cual pasaron varias de las principales bandas de La Plata–, Melero se abocó a la post-producción y masterización de un disco que, casi sin quererlo, funciona como una síntesis del largo derrotero artístico de Herrera, un tipo inquieto que en los últimos tiempos extendió sus posibilidades musicales y sobre todo vocales hasta terrenos impensados. Sin dudas, los cantos guturales fueron su carta más novedosa para el rock, una técnica utilizada por los monjes de los Himalayas en donde, mediante movimientos de contracción entre la garganta y la lengua, se logran vómitos de vibraciones espeluznantes. Sube a mi bote, la canción que abre el disco, es la muestra más certera: un lapso altamente experimental en donde la voz de Shaman suena como la de un chamán en trance soltando frases ilegibles, intercaladas por pronunciados silencios que juegan con la incomodidad del oyente. “El canto gutural no me permite articular muchas palabras, sería medio gracioso intentarlo, así que probé con la modulación de lo gutural. Cuando hago esos cantos raros los utilizo como instrumentos, no es mi voz”, indica Shaman. “Y lo de los silencios está bueno porque se genera una interacción con el público. En vivo, durante el silencio pasan cosas, se abre una puerta o alguien grita. A la gente le incomoda el silencio y eso a mí me divierte mucho.”
Finalmente, después de los experimentos y los cambios de forma, Shaman Herrera parece haber encontrado en Los Pilares de la Creación un proyecto sólido y a largo plazo. A poco de editado su debut, la banda ya tiene un nuevo disco listo para ser grabado y hasta parecen ir en busca de un poco de orden ante tanto caos y creación. “Lo mío siempre fue muy descontracturado. Como estoy en mi casa, salgo, me cuelgo la guitarra y voy a tocar. Pero ahora estamos buscándole la manera de que los shows sean más intensos”, asume mientras evalúa el confort del presente. “Todo esto es diferente, ahora tenemos la capacidad de proyectar. Son menos voluntades, así que es más fácil que todos tiremos para un mismo lado. Ahora estamos acá y le estamos dando para adelante.”
* Sábado 7 con Daniel Melero en el Anexo del Senado (7 y 49, La Plata). A las 19.
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