DIEZ AñOS RASTRILLANDO EL GARAGE
Pol Morrone, de Rastrillo Records, recuerda una década de fanzines, fuzz, techos caídos, autogestión, participación, colaboración y rock fuerte.
› Por Julio Nusdeo
“En Rastrillo Records valoramos muchísimo el elemento humano; estimamos que es nuestro patrimonio más importante.” La frase se repite y encabeza las descripciones de una serie de fotos en las que Pol “Pirulo” Morrone homenajea a las personas “sin quienes esta cruzada no sería lo mismo”: Elio (Paolo Mart, responsable del fanzine Cosa Salvaje), el Conde Flácula (guitarrista de Elio & The Horribles y diseñador de logo de Rastrillo), Motosierra, Thee Butchers’ Orchestra, Marcelo Di Gregorio y Charlie Lorenzi (guitarrista y mentor de No Fun Records, sello independiente del que Pirulo se convirtió en fanático). Lorenzi abrió el camino, lanzando bandas killer-punk y garageras e integrando la escena local con Uruguay y Brasil. En tanto, Pol Morrone se cocinaba en medio de tremendo guiso.
Historias de noches de euforia, contracultura y mucho fuzz demuestran que el período que va de 1997 a finales de 2004 –de abrupto y terrible final con el incendio en Cromañón– fue una franja temporal bautizada por algunos como La Belle Epoque: “Fue hacia comienzos de la segunda mitad de los ‘90, al tiempo que me involucraba con la gente de Cosa Salvaje, que conocí un nuevo abanico de bandas, sitios y personas claramente difíciles de olvidar”. Con adorable estilo de desparpajo, Pol escribió en ese zine inolvidables reseñas de discos y bandas como Turbonegro, cuando el combo noruego editaba Apocalypse Dudes (1998) y mezclaba influencias de Alice Cooper, The Stooges y Motörhead para poner a los punk-rockers de cabeza.
Rastrillo Records apareció en medio de esas circunstancias, en una especie de efecto rebote de varios hechos que confluyeron en plena gira de Thee Coronados y Motosierra por Brasil. “Era septiembre de 2002 y Rastrillo apareció casi como un chiste que se pudo materializar gracias a que ya hacía movidas para No Fun. El factor decisivo fue que, como Charlie se mudaba a Estados Unidos, Motosierra iba a necesitar algún representante en Buenos Aires. Rastrillo fue la excusa perfecta para continuar con el intercambio con sellos y bandas de afuera que había generado No Fun.”
¿Qué diferencias encontrás en el actual Rastrillo respecto de su inicio?
–Sin intención de politizar, te nombro dos: Cromañón y el actual manejo oficial de la correspondencia internacional son diferencias que jugaron obviamente en contra. Por otro lado, si hay alguna diferencia a favor, es el mayor conocimiento que la gente de la región tiene con respecto al sello.
Entre las últimas ediciones de Rastrillo están Los Telépatas vs. el mundo, Total Exposure de Las Kellies (junto a Crang Records), Midnight Heat de The Tandooris, el álbum debut del dream team uruguayo Hotel Paradise y una gema de Culpables, quienes editan Al Diablo, un EP póstumo en vinilo 7”.
La edición física implica esfuerzos y dinero, ante otros formatos que podrían decirse “de menor riesgo”. La edición de un nuevo EP de Culpables es jugada: es una banda que dejó de existir y no existen planes de tocar.
–Es la banda más representativa del sello, por amistad, admiración mutua y grossas coincidencias estilísticas. Sabía que tenían grabaciones tras su disolución, ¡así que les atomicé el cerebro para que los bajen!
La visita de los japoneses Guitar Wolf para el festival B.A. Stomp IV fue una de las fechas internacionales más memorables, en especial cuando su sonido hizo caer el techo del Teatro Leonesa. ¿Cómo fue el contacto?
–Guitar Wolf llegó por intermedio de Phantom Surfers, que cayeron vía Manganzoides, de Perú. Iban a tocar a Brasil y seguían para Estados Unidos y nos enviaron un mail a pocos días de haber cerrado el cartel del Stomp, que iba a ser una fecha sola. Ni dudamos en convertir el festi en dos días, meter a Reverend Beatman e invitar a dos bandas locales más.
Ahí fue que Beatman le propuso distribuir en Buenos Aires material de su Voodoo Rhythm, uno de los sellos más deliciosos de Suiza: “Me vendió sus discos a un precio acorde con nuestro medio, así que no dudé ni un segundo”.
¿Cómo llegaste a la posibilidad de traer a los Saicos a Buenos Aires?
–Conocí a Pancho Guevara, baterista de los Saicos, en Lima, en 2007, vía Manganzoides. Cuando me enteré de que tocaban en España, lo llamé varias veces para felicitarlo, asegurándole que haría todo lo posible para que tocaran en Buenos Aires. Un día me cruzo con el enorme Boom Boom Kid y al decirle que estaba intentando traerlos, se prendió fuego con ésa.
* Jueves 5 en el Salón Pueyrredón (Santa Fe 4560). Desde las 21 con Hotel Paradise, Las Fantásticas Pupés, Los Crónicos y Los Valientes.
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