CINE LOCAL INDEPENDIENTE
› Por Hernán Panessi
Se terminó, 2013 está por saltar el risco subrayando con fuerza un concepto: independencia. Y no cuesta tanto pensar que hubo un tiempo, no muy lejano, en que el cine verdaderamente independiente estaba condenado a los márgenes. Desde ellos, un fortín construido a pura amistad se alzó tras la epopeya de proyectos que trascendieron guetos para dar el golpe definitivo a la masividad. Asimismo, las orillas encontraron en el centro su resignificación. Como Daniel de la Vega, héroe del terror nac & pop, que ahora filma a lo grande: estrenó comercialmente Hermanos de sangre y, por estos momentos, rueda de manera industrial Necrofobia. Y el ejemplo es musculoso: de un tiempo a esta parte, buena parte de “los independientes” hallaron su lugar en el mundo vía proyectos financiados por el Incaa.
¿Otro ejemplo? La bomba extraordinaria que resultó Andy Muschietti, que pasó del corto Mamá (independiente) al largo ídem (¡hollywoodense!) casi sin solución de continuidad. En materia de exhibición, la fresca bocanada que resultó la aparición de No Solo En Cines, a partir de sus proyecciones por aquí y por allá. Y otra granada explota de cerca cuando se conoce el saldo de festivales como el Buenos Aires Rojo Sangre: (a) un puñado de cortos facturados por cineastas sub-20 debutaron en pantalla grande y (b) más de diez mil personas navegaron sus truculentos mares. A todo esto, un aire bien federal comienza a respirarse en la palestra.
Así las cosas, films como Curas zombies en Azul –rodada en esa ciudad–, Sangre negra –en Carlos Keen–, El salmo de San Lucas –en Carlos Casares, de próximo estreno–, entre otras, remarcan que la unión hace la fuerza y que, mientras más se descentraliza el cuento, más son las voces.
A la sazón, 2013 fue un año de producción que cosechará siembra en brevísimo: Los Superbonaerenses, Nacido para morir, Blanco y negro, Lexter, Tiburón zombie, Erase una vez en Buenos Aires, Jorge y Alberto, Lucho’s Big Adventure y muchas más. Todas verán la luz, en forma definitiva, en 2014.
Y, en sintonía fina, sobran mimos para Daemonium, obra facturada con autogestión que supone una evolución notable en materia fantaterrorífica local. Por eso, una pasada por YouTube, basta. Por eso, también, se huele que el cine independiente sigue abasteciendo de ideas –y también de profesionales, historias y matices– a un escenario en constante movimiento pero que, cada vez más, encuentra su rumbo. ¿Cuál? El de hacer, hacer y hacer. Y que se vea, vea, vea. Por eso, el año terminó, pero acá, la cosa es que no terminó nada.
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