Jueves, 9 de enero de 2014 | Hoy
UN DOCUMENTAL SOBRE LOS OBREROS OCULTOS DEL ROCK
El oficio parece seguir nutriéndose de lealtad, amistad y respeto, con la música como objetivo supremo.
Por Juan Barberis
Llegar primero e irse último con la ropa sucia, la espalda rota, los bolsillos flacos y ni un puto aplauso. En el catálogo de oficios posibles que componen el maravilloso circo del rock, el de plomo es sin duda el más accesible, aunque el menos atractivo; la puerta de entrada a un mundo en el que para crecer y hacerse fuerte hay que lograrlo a la fuerza, haciendo fuerza. “Si el rockstar es un héroe del rock, el plomo no es un antihéroe sino un héroe colectivo”, contrapone Paulo Soria, co-director junto a Gabriel Patrono de Blues de los plomos, un documental que se esfuerza por reivindicar a estos obreros ocultos. “Son soldados, confesores, fans y guardaespaldas. Algo muchísimo más profundo de lo que parece”, asegura.
Producido por La Nave de los Sueños y Farsa Producciones, el largo de 81 minutos echa luz sobre el oficio a través de la experiencia de personajes clave en la puesta en vivo de bandas y artistas de las últimas décadas del rock argentino. Casos como el de Jota (Almafuerte), El Negro Aníbal (León Gieco) y La Vieja Barrios (más de 34 años junto a Spinetta) son ejemplos de un trabajo que, detrás del lente y el recorte de los directores, parece seguir nutriéndose de lealtad, amistad y respeto, con la música como gran objetivo. “Al principio creíamos que se trataba de resentidos que querían ser como el músico para quienes laburaban, que lo envidiaban”, confiesa Patrono. “Pero nos encontramos con verdaderos soldados del arte. Hallamos tipos muy comprometidos con los proyectos de los que forman parte.”
Entre el registro de jornadas completas, backstages de shows de Pez y Almafuerte, entrevistas a músicos y plomos, y hasta un imperdible archivo de gira con Spinetta, el hilo del trabajo está en la experiencia del Negro Aníbal, un músico que empezó siendo plomo de Gieco y terminó como miembro estable de su banda. Además de ser fundador de Oveja Negra –que llegó a tocar en Obras–, Aníbal es autor del Blues de los plomos, primera canción que abordó detalladamente las vicisitudes del oficio y que se popularizó en la voz de León, sellando la parábola heroica de un plomo que se pudo sacar la remera negra. “Usamos el relato y la historia de Aníbal Forcada como punta de un iceberg repleto de historias similares”, aclara Soria.
Según afirma el documental, el inicio del rol de plomo en la Argentina estuvo en las primeras orquestas de tango, cuando se empezaron a asignar tareas de carga a fanáticos que hostigaban con preguntas a los músicos (de ahí el término “plomo”). Desde entonces, el trabajo tuvo innumerables cambios signados por los avances tecnológicos y de infraestructura, debido al incremento de festivales y de visitas internacionales, dividiendo las distancias generacionales entre “plomos” y “stage managers”. “De todas formas, queríamos demostrar que todo el negocio del rock pudo vencer los valores del oficio”, concluye Patrono. “Son como el buen rock: si buscás, todavía podés encontrar. Detrás de todo gran rockero hay un gran plomo.”
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