FILHOS NUESTROS, EL SUB-SUPLEMENTO MUNDIALISTA
El Pibe Valderrama recuerda la trastienda de la espectacular jugada que Higuita estrenó contra Inglaterra, ante un Wembley repleto, hace 19 años.
› Por Hernán Panessi
Unos 100 kilos de puro café vuelan por el aire. Una pelota planea mansa hacia los tres palos. Una melena enrulada y unos bigotes jamaiquinos se pasean alegremente con el viento. La pirueta es extraordinaria, nunca vista, única en el planeta. Después de medir precisión, de un tacazo doble y por encima de su espalda, René Higuita rechaza el avance rival. Al concretar su destreza, mira al resto con cara de travesura. Se limpia las rodillas, sonríe y sigue con la suya. “La sacó Higuita, una locura, una maniobra increíble. El sabor estaba en el fondo y no me diga más”, grita eufórico el relator William Vinasco Ch. Es la jugada más Hollywood que ha dado el fútbol profesional: El Escorpión. Hollywood o Los Supercampeones, da igual, es lo mismo. ¿Hubo paros cardíacos? Es muy probable. Y en su afán de pomposidad, Higuita paralizó al mundo con una jugada demencial.
“Está loco”, pensaron sus compañeros. “Me morí de la risa, pero en verdad pensé que estaba loco”, le dijo al NO el Pibe Valderrama, el más grande jugador de la Selección Colombia. Y aquel equipo, que tenía en sus filas a muchachos como Tino Asprilla, Freddy Rincón, El Tren Valencia y otros, era un show de fútbol constante. Toque, pase, sombrerito, trote corto, galera y bastón. Hoy, los mismos colores tienen en sus filas a cracks de la talla de Radamel Falcao, Teo Gutiérrez y James Rodríguez, pero no es lo mismo. Ahí había personalidades, pero mucho más smowing. Para colmo de males, ¡Falcao está lesionado y se puso en duda su participación en el Mundial!
Y en el balance, El Escorpión, que fue hecho en un amistoso contra la mismísima Inglaterra en el igual de mismísimo estadio de Wembley (con la catedral inglesa del fútbol colmada), es sin dudas la mejor jugada hecha por un colombiano jamás. Quedó claro: para romperla no hacen falta goles, tampoco caños o campeonatos. Higuita lo hizo en un amistoso, de visitante y en un 0 a 0. A nadie le importó el resultado de aquel match.
Así las cosas, el Danny Trejo del deporte más lindo del mundo sumó delirio a un fútbol por demás delirante —el de los ‘80 y los ‘90 fue tan colorinche como fabuloso—, por lo que se convirtió en un héroe del rock. Es bandera: René Higuita es rock. Siendo portero, convirtió 44 goles, se retiró a los 42 años y desde hace cuatro trabaja como entrenador de arqueros en Arabia Saudita. Cayó en las drogas, le ganó solito a River Plate (por Copa Libertadores, en 1995, atajó todo, incluso un penal y hasta metió un gol de tiro libre), filmó publicidades y, dicen, fue amigo del célebre narcotraficante Pablo Emilio Escobar Gaviria.
“Le digo ‘loco’ de cariño, pero está loco, eh”, cierra Valderrama. En septiembre del próximo año acontecerá el 20º aniversario del Escorpión. Y este fútbol de máquinas perfectas —de cuerpos fibrosos, robóticos, con goles fabricados en laboratorios— extraña la humanidad de esos 100 kilos de puro café que, paradójicamente, podían volar.
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