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Jueves, 17 de enero de 2002

Vení, vení, bailá conmigo...

De golpe, los Chemical Brothers editan un disco nuevo. Y de golpe no es una mera expresión temporal: Tom Rowlands y Ed Simons –Golpe y Porrazo– lanzan sus obras como quien bombardea. Primero es un simple para que los disc jockeys del mundo se arranquen los pelos: a mediados del año pasado, Hernán Cattáneo le confesó a este suplemento que asumía como un certificado de trascendencia profesional el hecho de recibir una de las primeras copias en vinilo del adelanto “It began in Afrika”. Desde que estos dos graduados en Historia Medieval de la Universidad de Manchester reinventaron la música para discotecas, sus pasos son seguidos al milímetro por las personas involucradas en la industria. Así es que Come with us (sale el 29 de enero, allá; acá prometen que será más o menos para esa fecha), cuarta entrega de estos perfectos asesinos de la quietud, es el primer gran manjar para el canibalismo electrónico del 2002. La mesa está servida.
Dieciocho meses se pasaron Tom y Ed en un estudio del sur de Londres, dándole cuerpo y alma a su disco nuevo. El resultado no es tan renovador como Exit planet dust (1995), ni tan efectivo como Dig your own hole (1997), ni tan... humano como Surrender (1999), pero es todo lo aventurero y esquizofrénico que se espera de un trabajo de los inventores del Big Beat, la fórmula que le aportó espectacularidad rockera a la electrónica del Reino Unido. “Queríamos hacer algo bien funky”, dicen ellos. “Y además que fuera diferente al anterior. Es un disco increíble. Les va a volar la cabeza.” Bueno... El título no podría ser más amable y vendedor: Vení con nosotros, toda una declaración de sociabilidad para los tiempos de post-rave. Y así comienza. Suenan unas cuerdas exaltadas, el tipo de dance sinfónico que explotó Daft Punk con el primer corte instrumental de su último Discovery. La orquesta acelera como gobernada por un director asqueado de anfetaminas. Una especie de predicador cavernoso, ridículo y sampleado invita al oyente cautivo a sumarse a la fiesta. Las cuerdas derivan en una melodía sintética, pura histeria, hasta estallar en un gran derrame de adrenalina. ¡Aquí están de vuelta los viejos Ed y Tom! Porque “Come with us”, el tema que abre el disco, es una montañita rusa que parece declarar las intenciones de sus autores: volvamos a los días de combustión. Adelante.
Después viene “It began in Afrika” para confirmar las sospechas. La frase es un clásico slogan/mantra de esos que suelen utilizar para enfervorizar a las multitudes. Lleno de percusión y rugidos en tercer plano, “Afrika” es un house tribal ideal para sonorizar incendios forestales. Caliente, sugestivo y riesgoso como el Congo. “Galaxy Bounce” (incluido en la banda de sonido de Tomb Raider) marca un regreso a las fuentes del breakbeat. Por supuesto, tratándose de quienes se trata, la ingeniería del tema es exacta, matemática, aunque no todo lo poderosa que se esperaría de los autores de “Hey Boy Hey Girl”. Pero entonces llega “Star guitar”. Aparece por primera vez aquí una creciente sensualidad disco, vuelven las influencias de Kraftwerk y la psicodelia. Una mujer parece cantar desde la bruma: “Deberías sentir lo que yo siento”. Es una hermosa canción de amor de discoteca. Futurista y melancólica.
“Hoops” parte el disco al medio. Un semiinstrumental con espíritu expedicionario, de estados de ánimo variados, voces en fuga, teclados detallistas y cuerdas que adelgazan hasta el silencio. Los DJs pirotécnicos lo van a saltear rápidamente. “My elastic eye” es otra demostración de ciclotimia musical. A esta altura, algunos se preguntarán si los Chemical no se estarán tomando a sí mismos demasiado en serio. Más de uno extrañará la desfachatez hooligan de los tiempos de Exit planet dust. Pero enseguida aparece la voz de Beth Orton y se agradece la profunda sensibilidad contraída. “The State we’re in” –segunda colaboración entre Tom y Ed y la cantante– es una muy linda balada anestésica, a mitad de camino entre la campiña y la farmacia. Hacia el final de la canción, la base acelera hasta fundirse con el bailable” Denmark”, un regreso al costado pistero del álbum y una concesión no del todo satisfactoria.
“Pioneer Skies” es el momento psicodélico de Come with us. Así como en Dig your own hole estaba “The private psichedelic reel” y en Surrender “Dream on”, aquí es el penúltimo tema el que aporta la cuota indispensable de psicodelia floydiana. Cierra el disco “The test”, con Richard Ashcroft como vocalista invitado. Podría ser una remezcla de una canción de Alone with everybody, el debut solista del ex líder de The Verve. Su voz nasal fluye sobre una especie de funk trepidante, con ruidos de avión de fondo y una letra que habla sobre haber perdido la cabeza y volver a encontrar la luz, la libertad. Nada estremecedor. “Mejor andá a la cama, ahora”, canta Richard. ¿Tan lejos quedan los tiempos de Madchester? Qué pena.

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