EL PICADOR #13: TRILOGíA STREET FIGHT, DE MAN FACTORY
El combo power pop apela a todo género musical habido para homenajear al título que entronizó las sagas de lucha.
› Por Luis Paz
En 1994, una veinteañera y neumática Kylie Minogue la jugó de Cammy, la militar hot, para Street Fighter: La última batalla, la tan pedorra como iniciática adaptación cinematográfica del fichín. Eagle, luchador inglés con tiradores y macana, parece una versión matona y rubia de Freddie Mercury. Durante días, la aparición de un fan art previo al Ultra Street Fighter IV con Lady Gaga como personaje hizo creer que la pop star más fichinesca de todas (ideal para Final Fantasy, ¿no?) aparecería tirando hadoukens en esa entrega. No pasó, pero de Kylie a Freddie y luego a Gaga, quedó rubricado qué alto manantial pop es la elefantiásica saga de Capcom. Días antes del final de 2013, el combo texano de power pop Man Factory publicó el tercer acto de su ópera Street Fight, una fantástica trilogía homenaje en clave synth, power y electro. Synth pop, power pop y electro pop, claro, pero es al pedo la aclaración: si es Street Fighter, es pop.
Ken, Ryu, Chun Li, Vega, Bison, Sagat, Blanca, Dhalsim, Guile, Balrog y Zangief tienen al menos un tema entre los 25 de la trilogía. Street Fight! Round One salió en 2007 y capturó el espíritu sintedélico de la época, al punto de que perfectamente podría tratarse del disco conceptual de unos sucedáneos de MGMT fanáticos del fichín, Weezer (ver Night at the Arcade), el emocore (Chun Li, outside) y el hard rock (E. Honda’s concern). Agil y ocurrente, divertido y autosustentable, ese primer round sentó las bases operísticas del asunto con pequeñas introducciones escritas, contextuales, a temas de creatividad acorde. Y emotividad y épica impropias de la saga.
Street Fight!! Round Two, de 2010, mostró otras facetas de este grupo, que previamente había publicado dos discos por las suyas y un split junto a los intrascendentes Sensitivity Boosters. Con el chiste consumado tres años antes, la segunda vuelta vino a aportar con los luchadores de Street Fighter más alternativos, como Vega, Dhalsim o Blanka. Con rock británico (Sagat 7’ 3”), blues sucio para 8 bits (Blanka Sings The Blues), algo de Wilco (Heart Attack III) y mandolina (There Goes Dhalsim), apuntó a llenar los lugares comunes dejados vacíos por la poco lustrosa banda sonora del juego. En 2009, el rapero madrileño Santaflow había usado un luchador por verso para su tema Street Fighter, con el eterno Ryu versus Ken como eje.
El 27 de diciembre, a 26 años del debut del primer título del videojuego y 11 de agrupada esta Man Factory, que en su trilogía linkea con locales como 107 Faunos (“Saltás con el A y disparás con el B”, John Henry) y El Orgullo de Mamá (“Juntando cien monedas, una vida más”, Persia), apareció la última entrega de la saga, Street Fight!!! Round Three. Synth punk (Ken Settles The Score), falsas baladas de piano (Maria’s Letter) y corolario cancionero con una Chun Li doble agente (Chun Li In Red) mediante, este tercer episodio hizo coincidir todos los pedacitos de la ópera pop que Man Factory planteó a lo largo de seis años. Porque está bien, ya el gustito a fetiche gamer está fuera de discusión, pero la mano es que las canciones están bien, son decentes y divertidas; una esforzada y cojuda manera de festejar la que probablemente sea la mejor saga de videojuegos de lucha.
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