Jueves, 27 de marzo de 2014 | Hoy
FILHOS NUESTROS, EL SUB SUPLEMENTO MUNDIALISTA
Los periodistas Federico Lisica y José Esses lanzaron un libro impecable, divertido y ocurrente sobre el derrotero de la Selección tras México ’86.
Por Javier Aguirre
La paradoja triunfal del Siamo Fuori es que resulta imposible quedarse fuera de él. La futbolerísima pregunta-pitazo inicial del libro (¿Por qué no volvimos a ganar un Mundial desde 1986?) ilumina de luz oscura a varias generaciones de hinchas argentinos que nacieron y crecieron en un mundo en el que la Selección –esto hay que decirlo– es un equipo loser, mal que les pese a los publicistas y a la gente buena. Sus autores, los periodistas Federico Lisica y José Esses (jugadores de este diario y del NO), revisan el derrotero –un etimólogo ahí– de la Selección en los mundiales ‘90, ‘94, ‘98, ‘02, ‘06 y ‘10 con un trazo ancho, como de rally, que entra y sale de las canchas, y se mete en aeropuertos, coberturas mediáticas, rivales, jugadas y promos de muñequitos.
Lo que consolida la idea de que, así como hay una cultura rock, hay una cultura fútbol, y en particular una cultura Mundiales, esa que pasa por medir la vida en cuatrienios. Esa que no necesita explicar quién carajo era (bueno, es) Scaloni, que puede detenerse en el arquero suplente de Alemania o en un desborde puntual que ni siquiera terminó en gol de un partido no definitorio de hace doce años. Siamo Fuori tira links hacia todos lados y absorbe –cual agujero negro en el mediocampo– toda clase de información directa o periféricamente asociable a la experiencia mundialista albiceleste: apellidos como Basualdo, Ballack, Chamot, Larrivey o Francescoli se intercalan, en la misma lista de buena fe, con otros como Castro (Fidel, claro), Fontanarrosa (Roberto, sí), Hobsbawm (Eric, más vale), Kosteki (Maximiliano, de una) o Mercury (¡Daniela!).
“Es una especie de biografía futbolizada de una generación –define Lisica ante los enviados del NO al campo del juego–, esa que vio con ojos de niño los Mundiales ‘86 y ‘90 y tuvo que acostumbrarse a ver los festejos ajenos.” Y remata: “Mojamos de muy chiquitos, sin conciencia de lo difícil que era, y nunca más pudimos desvirgarnos, ni en la adolescencia ni en la adultez”.
Una de las claves tácticas del ida y vuelta de Siamo Fuori por las caídas mundialistas argentinas (que han atravesado distintos matices, del sopapo a la derrota digna, de la humillación total al “fue por un pelito”) es que, a pesar de tanto bajón... nunca bajonea, sino que resulta muy divertido. “La mística no solamente nace de la victoria, también puede surgir de la derrota”, muestra el juego Esses. “Imágenes deformes como Bielsa llorando en Japón, como Diego colgado del Kun mientras Alemania mete el segundo o cómo Ortega (1,70 metro) intentando, desde abajo, cabecear a Van der Sar (1,99 metro), hoy por hoy nos representan más que la apilada del barrilete cósmico en el ‘86, y para que nazca una mística pocas cosas mejores que el humor y el sinceramiento”, mete el bombazo.
“Es que el periodismo (también el deportivo) a veces se pone tan fiaca que se limita a pedirle al entrevistado que cuente lo que ya dijo en otras entrevistas porque sabe que es una anécdota graciosa”, sigue Esses, que apunta al pizarrón propio: “En el famoso casete que se ponen los jugadores, nosotros nos propusimos escuchar el mensaje satánico”.
Esa intención lleva a desconfiar del discurso de la pasión, a que las entrevistas que integran el libro encuentren comedia en el drama (cita Esses una frase de Mauricio Pineda, irrecordable lateral de Passarella en Francia ‘98: “A veces le cuento a mi mujer quién era Overmars y que a mí me mandaron a marcarlo”) y a que las charlas técnicas tengan un alto poder conciliatorio. Ahí va de carrilero Lisica, preguntándoselo: “¿Por qué Beckham tenía que ser el enemigo? El pibe la rompía, todos sus compañeros lo querían y encima era híper fachero. ¿Tan distinto fue su perfil, para la publicidad, de la construcción de Tévez como jugador del pueblo?”).
El minucioso mirar hacia atrás –¿de qué planeta vinimos?– de Siamo Fuori implica una inquietante mirada hacia adelante: la próxima Copa del Mundo ya nos mordisquea los tobillos (infiltrados como los de Diego en Italia), por lo que se hace indispensable su lectura antes del 12 de junio a las 17, momento exacto, único, irrepetible de la historia universal, en el que algún personero de la FIFA vestido de árbitro soplará el inicio del Mundial 2014. Sabella, ¡Lisica y Esses son argentinos!
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