Jueves, 3 de abril de 2014 | Hoy
JESúS & CLEOPATRA EN BUSCA DE LA NOTA PROPIA
Así rubrica la música del combo Mariano Lambertucci, que al comando de esta nave facturó Experimento al fogón, su quinto disco en una década.
Por Julio Nusdeo
A Mariano Lambertucci no le gustaba lo que escuchaba cuando se grababa. Había algo ahí que sonaba o demasiado raro o demasiado común. Entonces desafinó las cuerdas de su guitarra, sin idea de qué nota quedaba en cada una, y tocó desde ahí: “Al no saber, te guiás musicalmente”. Así nació Jesús & Cleopatra, proyecto con el que encontrar la nota propia, “partir de no saber dónde está nada y dar con una cosa bien verdadera y desnuda”.
En aquella primera etapa en 2002, junto a Carlos Gurrieri y su guitarra de afinación standard con delay, eran tiempos de escuchar desde Edmundo Rivero con guitarras hasta Television. “Había una cosa de mimetizarse; que no se distinga una guitarra de la otra. Carlitos la tenía complicada porque yo no sólo tocaba raro, y bastante lleno, sino que donde miraba estaba perdido; nunca era la nota que esperaba.” Con Diego Parrondo y Beto Tarrío en batería y bajo, respectivamente, quedó conformada la primera versión de Jesús & Cleopatra. Su debut, No puede morir (2005), dejaba al descubierto su estilo mántrico de guitarras semi limpias, junto a un cover de los Wipers (Alien Boy) y la voz del multiforma Dani Umpi en La primavera, uno de sus temas más populares. Al primer álbum le siguieron Cualquier animal (2006) y La calle de la expresión (2007), que conforman la trilogía de esa primera formación y comparten la premisa de haber sido registrados en vivo en el estudio, como muestra de un trabajo evolutivo: “Mi idea era que cada uno documentara y reflejara lo hecho en el año”.
A partir de entonces, y producto de viajes, idas y vueltas de sus miembros, Jesús & Cleopatra fue tan mutante como las circunstancias pudieron probarlo. “Llegué a presentarme solo, con algún poeta, o a ir a Bahía Blanca y que los demás no pudieran viajar. Una vez, para el cumpleaños de Luis Aranosky, armé una formación convocada por Fotolog”, recuerda Lambertucci, entre risas. Reformulado en trío, con César Fragale (del Club GBA) y Ariel García, Jesús & Cleopatra editó Reflejos complejos (2011), un álbum en el que los climas y el espacio entre instrumentos resulta movilizador, y con reminiscencias a The Pastels o Yo La Tengo.
Mariano nunca usó pedales de efectos, luego en la etapa solista no usó púa porque marcaba los bajos con el pulgar, y para su quinto disco, Experimento al fogón (2013), dejó de usar volúmenes altos: “Buscaba capturar lo mejor que uno está haciendo, de la manera más fiel posible. Me gusta el clima de mi pieza, que por un vecino quejoso empecé a tocar sin amplificador y me copé. Quería captar eso, una energía muy diferente”. Se aprovechó de las limitaciones y confeccionó su propio experimento a base de dos micrófonos ambiente: “La guitarra eléctrica sin amplificar suena como un charango sin sustain. Se siente mucho el machaque percusivo y es rarísimo, pasan primero los golpes y después las notas”.
Experimento al fogón no tiene nada de primaveral. “El fogón al que hace referencia es ese nocturno, de bodegones, que había cuando era chico. En donde se cantaban temas de Soulé, Tanguito, Javier Martínez... el disco tiene una onda de fogón de conurbano”, entiende. Una de las canciones, Camino a Pilar, habla de los terrenos que la empresa Alpargatas tenía por esas zonas, y en los que había extensas plantaciones de marihuana, cuya fibra utilizaban para la confección del calzado. “La historia cuenta que por las noches se metían a robar para fumar. Se dice que no era re bueno, pero era cantidad. Es una fábula de los primeros fumadores de porro de la Argentina, y está contada con la jerga de los fumones de aquella época, que la mayoría están muertos, y los otros ya son señores.”
Con un próximo disco ya cerrado, pero aún sin título, la vuelta de Beto al bajo y la incorporación de Melina Morales en los parches, Mariano habla de su nueva armónica, “que está en casi todos los temas, como cuando te regalan un pedal nuevo y querés meterlo en todos lados”, encuentra influencias en el sol y en los paseos con su hijo, Ramón, y reivindica su estilo persistente: “Tengo una forma de componer que es medio loopeada. Es un rock minimal, perpetuo, que parece que no, porque las guitarras se mueven, pero en realidad todo es un loop eterno”.
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