AGUAS(RE)FUERTES
Le pese al Pendejo de Babasónicos que le pese: el nombre sí es importante.
› Por Lucas Kuperman
El nombre de las cosas es muy importante. Un significante se une a un significado para lograr una significación, para darle sentido a la cosa. ¿Y qué más importante que el nombre propio? En la web estuvo circulando un chiste que rezaba lo siguiente:
–Papá, ¿por qué siempre hacemos lo que quiere mamá?
-Porque yo decidí tu nombre a cambio de que mamá eligiera todo lo demás.
-¿Y valió la pena?
-Cada día Mazinger, ¡cada puto día!
La pregunta es: ¿qué hubiera pasado si en lugar de tomarse esto con sorna, realmente todos los padres criados en los ‘80 y ‘90 hubiesen delegado las responsabilidades de sus hijos en sus esposas, a cambio de poderosos, y un tanto polémicos, nombres? ¿Cuántos Mazinger Rodríguez habría? ¿Quién no querría en su equipo de fútbol a Oliver Atom Benítez?, ¿Alguno se bancaría un mano a mano contra Seiya Goku Paredes? ¿Se sentarían en el mismo pupitre Leono Munra Fernández y He-Man Cohen? ¿Y qué hay del dúo de hermanitos guarros Ren y Stimpy Avalos? ¿Imbancables, no?
¿Y si la ecuación hubiese sido inversa, y quien elegía los nombres fueran las madres? ¿Cuántas Sailor Moon Pérez o Jem Fernández? Por suerte, los viejos no flashearon ésa, y se tomaron su tiempo antes de poner Bugs Bunny, Astroboy, Pedro Picapiedras, Súper Sónico o Betty Boop a rolete.
Más aún, para la posteridad, ¿llegarán los cuatrillizos Po, Laa-Laa, Dipsy y Tinky Winky Sarabia? ¿Roberto Esponja Suárez? ¿Adventure Laura y Regular Juan? ¿O qué tal Paka Paka Romero, nacional, popular y animado?
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