OTRA BANDEJA NEGRA: DJ RASHAD
Bad Boy Orange, quien lo acompañó en su reciente paso por Argentina, recuerda al fallecido capo del juke.
› Por Yumber Vera Rojas
Desde el sábado pasado, la comunidad internacional de la electrónica e incluso el circuito indie se encuentran en shock, luego de que se anunciara la muerte de DJ Rashad, un nombre desconocido aún para la audiencia argentina, aunque su penúltimo show internacional lo brindó en Buenos Aires el 18 de abril, en el club Levitar, como parte de una velada de dos jornadas de la RedBull Music Academy. “Fue un set intenso, de poco más de un par de horas, y clavado en los 160 bpm”, recuerda el DJ local Bad Boy Orange, sorprendido aún por la noticia, pues fue él quien medió en el debut porteño, al igual que en la presentación de Córdoba el día anterior, del productor musical estadounidense. “Su laptop contiene toda la música que fue generando en los últimos tres años, y que sólo podías escuchar en sus actuaciones.” La última fue en Toronto, la noche previa a su deceso.
Originario de Chicago, ciudad que hace un mes también perdió a una de las leyendas de la electrónica, Frankie Knuckles, Rashad Hardem, el nombre detrás del alter ego pasó a la inmortalidad como el pionero del juke: variante del ghetto house (una evolución agresiva del house manufacturado en la Ciudad de los Vientos, que tuvo una diáspora en Detroit, el gettotech), al igual que de su baile, el acrobático footwork. “Será recordado porque se transformó en una especie de puente entre la música de su comunidad y el resto del mundo”, asegura el embajador argentino de los ritmos electrónicos en 160 bpm. “Logró el sueño de pibe porque, considerando que su propuesta era experimental, puso a bailar a todos esos negros con una pared de sublows y de polirritmos que está relacionada con el jungle y el drum and bass. Me parece que fue ese lazo que empieza a dibujar el mapa sonoro.”
El artista de 34 años, quien al parecer murió de una sobredosis (al cierre de este número no se habían revelado los resultados de la autopsia), captó la atención del otro lado del Atlántico de tal manera que no sólo influyó en la creación de una versión inglesa del juke, sino que fue firmado por el sello Hyperdub, del capo del dubstep Kode 9, con el que lanzó en 2013 su último álbum de estudio, el exquisito Double Cup. “Si bien llegó a la Argentina el jueves y se fue el lunes, durante ese tiempo no lo vi en nada raro”, comparte Organe. “Considerando que tengo mucha relación con djs extranjeros, era una persona muy dada, feliz, humilde y agradecida. Tras su set en Buenos Aires, lo llevé a una fiesta en el oeste, probó el asado, comió en un restorán vegano y recorrimos la Reserva Ecológica. En esos encuentros me contó cómo fue su vida en los barrios del sur de Chicago y los que iban a ser sus proyectos futuros.”
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