VAMOS LAS BANDAS ORIENTALES II
› Por Julio Nusdeo
Pedro: –Siento que la gente camina más relajada fumando su faso. Yo no fumo, así que no estoy concentrado mirando el asunto, pero para mí se va a dejar de consumir ese prensado con olor a meo viejo y la gente se va a dedicar a plantar sus semillas y fumar su propia marihuana.
Flavio: –Por ahora no se ven demasiadas diferencias. Lo cierto es que la ley fue sacada bastante de apuro y es un poco un mamarracho. Y también es cierto que a mí no me pinta ni ahí meterme en un censo de fumetas, me da bastante paranoia siquiera pensarlo.
Tüssi: –Acá el consumo, y no sólo de marihuana, está legalizado desde hace tiempo, así que es difícil ver diferencias cotidianas: hace años que uno se acostumbró a estar en un pub o en un recital con alguien fumando un porro al lado. No tiene mucho misterio. Por supuesto que hay una mayoría silenciosa que está en contra, pero por supuesto no tienen mucha idea de qué se trata y es una reacción normal en un país envejecido. No creo que haya cambios importantes a corto plazo. Si me preguntás por una impresión personal, te diría incluso que hace años que no veía fumar tan poco. No es precisamente la droga de moda en Montevideo. Hay muchísima merca, como en Buenos Aires: la revolución del delivery. Pero más que nada hay un enorme consumo de alcohol.
Pedro: –Es la que te permite desarrollar tu arte a tu antojo. Ser independiente te da la libertad que necesitás para ser fiel a tus convicciones.
Flavio: –Es la única que nos parecía viable. Nos hicimos relativamente conocidos en otros países por tener el disco online, y eso sólo se podía hacer de forma totalmente independiente.
Leticia: –No solo por su viabilidad, sino también por lo que significa. Es una posición frente al mundo: hacelo vos mismo. Lo que no tenés, lo construís, y las relaciones humanas tienden a ser más interesantes así.
Tüssi: –Me parece simplemente que es la única; hoy en día los grandes sellos no tienen ejecutivos de buscando talentos, no reciben demos, simplemente distribuyen algo que se desarrolló independientemente o lo crean mediante una fórmula. No hay nadie intentando corromperte, no les vale la pena la inversión, así que hacés todo vos. O a lo sumo delegás en amigos, y si podés, pagás.
No hay nada heroico ni voluntario, es una única opción.
Tüssi: –Sí claro, el viernes pasado viendo a la nueva banda de Pau O’Bianchi, que de momento se llama Jesús Negro y los Putos, pero no se van a llamar así, es sólo que no se les ha ocurrido nada de momento. Nos quedamos diciendo: “Mirá los espacios en los arreglos, cómo orquestó eso”. La banda es una bomba, y Pau es el mejor compositor de su generación. Es un freak de mierda, pero es brillante. Pero en realidad la envidia no es el único estímulo; hay una cosa que es el convencimiento, después de un buen ensayo, de estar haciendo algo que es nuestro y es único. Eso existe en La Hermana Menor y es el verdadero motor de seguir adelante. Me gusta mucho reconocer el talento que tienen ellos, o Carmen Sandiego, pero ojo, que no es que seamos particularmente humildes en relación con nuestro laburo. Lo que pasa es que a estas alturas no pretendemos ser los “más” de nada. No somos ni los más ruidosos, ni los más radicales, ni lo más nuevo. Estamos en una edad en la que laburamos las canciones como pequeños maniáticos autistas, buscando hacer algo que sea realmente expresivo más allá de su coyuntura. No creo que representemos a nadie excepto a nosotros mismos, y a algún personaje que pueda establecer algún vínculo empático.
Pedro: –No soy de meterme a explorar por mí mismo. Soy bastante vago y en parte por contar con varios amigos que me muestran música bastante a menudo. También revuelvo en los links de YouTube cuando miro recitales en vivo de músicos que me gustan y descubro bandas viejas increíbles.
Tüssi: –Todos somos bastante melómanos, pero algunos tienden más a escuchar nueva música contemporánea y otros preferimos descubrir o redescubrir cosas viejas. Pero no hay una corriente en particular de la que estemos pendientes. Un día nos estamos pasando cosas de Thee Oh Sees y al otro estamos pirados por un arreglo de Lindsey Buckingham. Intercambiamos bastante entre nosotros, pero sin reglas.
Flavio: –La música nueva que escucho suele ser de coetáneos, o de “millennials” al menos, que vivan en Uruguay o en países cercanos e hispanohablantes, y que no estén sacando discos por ningún sello. Quiero ver quiénes son mis congéneres y compañeros de lucha. Quiero soñar con tocar con esas bandas y comprobar empíricamente que esto es posible. Al mismo tiempo, los discos que más estoy escuchando últimamente son un compilado del cubano Bola de Nieve, un EP de Golpes Bajos, y el Mars Audiac Quintet, de Stereolab. Un asco de vejestorio todo.
Leticia: –Ultimamamente estoy más cerca del pasado que del futuro.
Flavio: –Me temo que en realidad es porque Montevideo es un pueblo chico y somos de las pocas bandas que no desentonarían tocando con grupos indies yanquis. Igual, ahora hay muchas más bandas que tienen ese mismo aproximamiento al pop. Lo digo en plan de las dinámicas fuerte-bajo, la utilización de teclados, las letras elaboradas, el poco miedo a ser nada rockero. Pienso en Julen y La Gente Sola, Los Zalvajes, O’Neill, Comunismo Internacional, Mux, Maniquíes, Millones de Casas con Fantasmas, Bruno Stroszek, Esta Casa No Es Un Hotel. Todas bandas muy recomendables. Yo creo que varias de esas bandas no son lo-fi porque es ondero, sino porque es con lo que pueden grabar. Cuanto más aprendés y cuanto más mejorás, la idea del lo-fi va quedando atrás a pesar de que te guste ese sonido y nunca quieras pasarte a tener una producción impoluta.
Tüssi: –Somos unos corruptos que se amigan con los productores de shows, jajá. La gente que va a ver esos shows es esencialmente la misma que nos va a ver a nosotros. No tendría mucho sentido poner a una banda del estilo de La Vela Puerca ahí, aunque sí tal vez sería interesante meter a una banda de fusión o candombe. Creo que es como en todos lados: viene Machine Head a Buenos Aires y llaman a Carajo. Por un lado tocás con bandas que te gustan y te prestigian, y por otro, para un público que lo que realmente quiere es ver lo que viene después. A nosotros no nos gusta mucho abrir shows, pero después te dicen “¿Querés tocar con Sonic Youth?”. Y... sí.
Tüssi: –Prácticamente ninguna: somos seis compositores y arreglistas, y cada canción tiene su proceso. No es mejor a priori la que trae uno u otro, ni las que están más terminadas o las que trabajamos más colectivamente. La única constante es que si después de ver un tema en dos o tres ensayos sigue sin entusiasmarnos, dejamos de intentarlo. Pero incluso así ha habido extrañas resurrecciones.
Pedro: –Escribo sobre la música que componen Marcelo Fernández y Gustavo “Topo” Antuña, y en general es así siempre.
Flavio: –Mentiría si dijese que tengo un proceso creativo o una rutina de escritura. Soy bastante caótico y no tengo una sola vía para componer; he perdido la espontaneidad de antaño y ahora me dedico a pensar demasiado cada frase antes de escribirla. Ultimamente se me dio por pergeñar fragmentos de letras en una aplicación de mi teléfono. Cuando termine de resolver ese puzzle voy a tener tres canciones prontas.
Leticia: –En cuanto a lo estrictamente musical, no logro despegarme de ciertas notas, escalas o lugares donde me siento cómoda. Hay un par de notas, todas muy poperas ellas, que me tocan el corazón al momento de hacerlas sonar. Esa sensación placentera es la que nunca me permitirá avanzar como guitarrista: estoy empantanada en notas onanistas.
Tüssi: –El ambiente es chico. En realidad el negro Nozar ya había sido baterista de La Hermana Menor antes de sumarse a los Buenos, pero cuando perdimos a nuestro batero anterior quiso volver a tocar con nosotros. Los Buenos se han abastecido bastante de ex integrantes de nosotros, el ex bajista también tocaba antes en LHM y el actual bajista fue el tecladista de nosotros en la época del Cables rojos. Ezequiel ya tocaba con nosotros cuando se sumó a Carmen, cuando dejaron de ser un dúo, y varios más tocan en otros proyectos. Es bastante normal, porque es una escena algo endogámica dentro del estilo, aunque hay muchos años de diferencia. La cantidad de músicos en Montevideo es impresionante, pero las posibilidades de mínima subsistencia dedicándose a un solo proyecto son ínfimas. Por otra parte, al haber poco rédito económico, hay poca competencia y pocos celos. Sería una boludez ponerse posesivo con respecto a un músico, algo que saben las novias desde hace décadas.
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