ALIKA LO EXPLICA TODO
Acaba de publicar otro notable disco la sacerdotisa rasta y promotora de un nuevo reggae que es hito latino de los servicios de streaming musical.
› Por José Totah
En el bar de Mosconi y avenida San Martín hay un tipo martillando milanesas atrás del mostrador. Es fácil imaginar que algún vegeta en el universo siente los golpes en el cuerpo como si fueran alfileres en un muñequito vudú. La escena es curiosa, no sólo porque cuesta escuchar lo que dice Alicia Dal Monte Campuzano, más conocida como Alika, sino porque la sacerdotisa del roots reggae dancehall en español también enarbola la bandera anticárnica como parte de su edificio de ideas rastafari. Es decir que está acusando los martillazos, aunque no lo demuestre ni un poco. Ex rapera puteadora en Actitud María Marta junto a Malena D’Alessio, Alika es hoy una de las artistas más escuchadas en Soundcloud y Bandcamp, y le va muy bien en México y Estados Unidos, por donde viene girando hace unos años. Ahora presenta Mi palabra, mi alma y dice que busca hacer un reggae con sonido cada vez más dubstep. “Es el punk del futuro”, afirma.
Si se hiciera una encuesta para definir qué es ser rastafari en la Argentina, las respuestas podrían ser muy graciosas. Cualquiera que use dreadlocks, pegue porro los fines de semana y se calce pantalones capoeira podría marcar tarjeta como rasta; fanáticos de Los Pericos, Nonpalidece, Los Cafres, Bob Marley, reggaeros de tres acordes y fumones a granel se candidatearían para el mismo imaginario. Entre toda esa mélange de cabotaje, Alika viene a poner algo de claridad. La ideología rastafari, que ella profesa, es un movimiento espiritual y cultural demasiado vasto para reseñarlo en un par de líneas. “Habla de ser justos, vivir con dignidad y promover los derechos de las personas; yo lo aplico a la música, porque aprendí que si uno se maneja rectamente llega mucho más lejos que siendo egoísta y mezquino”, explica. El rastafari también tiene hábitos alimentarios que no avalan el consumo de carne: “Yo soy vegetariana, pero tenés que verla a mi hija: es mucho más estricta que yo”, compara.
En lo musical, Alika también tiene claro el camino. “El reggae que se escucha acá es más de los ‘70. A mí me gusta condimentarlo con especias porque me re embolo si es todo roots”, define. Lo suyo es “el reggae orientado a las pistas de baile, con sonidos electrónicos y un ritmo muy arriba”, describe la cantante que en 2009 fue producida por el gurú del dub, Mad Professor, para el álbum Mad Professor meets Alika.
La música que hace se lleva muy bien con el mote dancehall, género de música popular jamaiquina, y así la etiquetan cuando anda de gira por Estados Unidos, donde pasó casi un año haciendo base en Los Angeles. También estuvo seis meses en México durante 2012: allí dejó un par de Alikitas. Es que jura que varias madres bautizaron a sus crías con el nombre Alika. Este junio volverá a Estados Unidos y en julio la espera Colombia. Pero, pese a que realmente viajó mucho durante los últimos años y que tocó en España y Francia, en el importante Reggae Sun Ska Festival, Alika desconfía del lugar común de la gira europea. “Lo tomo con pinzas porque parece que todas las bandas se van de gira a Europa, aunque corran con los gastos.”
En su último disco, Mi palabra, mi alma, Alika trabajó con tres productores: el panameño KG4, el mexicano Sasha Triujeque y el argentino DJ Stepwise. Entre todos, calaron bastante eso de “ponerle especias al reggae”. Porque Alika trajo a la escucha ritmos caribeños no tan conocidos acá, como la kisomba, de origen angolés, en el tema Tal vez, o el soca, de Trinidad y Tobago. A nivel estético y conceptual, también tributa a la cultura guaraní (“palabra” y “alma” se dicen igual en guaraní), con un diseño de flores y pájaros de la región amazónica. Las letras son potentes y se meten con la violencia de género (en Déjalo Gyal) o “la dificultad de preservarse en un mundo que etiqueta y clasifica todo” (en Ser verdadero). También hay un tema de amor, Gracias a Jah, versión libre del clásico Hold You, de Gyptian, que en estos pagos fue un cover del grupo de cumbia De La Calle, Una wacha piola.
Finalmente, si se le pregunta a Alika qué está escuchando de acá, no hay que esperar que cite ningún grupo demasiado consagrado. “Los tres que me gustan son raperos de los barrios, como XXL Irione, Esteban El As! y Emebeka”, cita. Dicho esto, y con la banda de sonido de las milanesas atormentadas, Alika sale del bar, ataviada en una especie de túnica negra, con el pelo levantado y una cinta con tiritas plateadas que le cruza los hombros. La imagen de sacerdotisa rastafari le va muy bien.
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