CRóNICA DEL MEJOR FESTIVAL DEL MUNDO
Indies hacen barullo en el reconocido encuentro musical catalán: El mató y Juana Molina, más sorpresas y decepciones entre abdicaciones y arcoiris.
› Por Yumber Vera Rojas
“La Roja” ya está en Brasil. Aunque antes de partir para defender su título mundialista, el ocaso de la primavera, al igual que sucedió hace tres años cuando se institucionalizó el 15-M con el movimiento de los “indignados”, sirvió nuevamente de escenario para otro pasaje memorable en la historia de España: la abdicación del rey Juan Carlos I. Si bien el anuncio sorprendió, el ciudadano de a pie, curtido ya por los desmanes políticos y económicos de estos tiempos, reaccionó cuestionando la sucesión y convocando colectivamente, a través de la organización Junta Estatal Republicana, que agrupa a más de 50 entidades políticas, sociales y culturales, a un referendo para defender el derecho democrático de la ciudadanía a decidir la jefatura del Estado. Por lo que la idea de la República está latente, a pesar de que, según una encuesta de la empresa Metroscopía, representa el 36 por ciento del deseo del pueblo.
Mientras el príncipe Felipe VI llamaba a la unidad nacional en sus primeras palabras como futuro rey, ante la amenaza de Cataluña de separarse de España, Barcelona olía a espíritu independiente. No sólo por la organización del referéndum que se celebrará el 9 de noviembre, con el que la comunidad autónoma decidirá si se desvinculará de la nación, sino por la consumación del Primavera Sound 2014. Pese a que la gran fiesta de la música indie también estuvo tamizada por el apoyo de los artistas al proceso de emancipación esta edición del festival estuvo atravesada por varios momentos memorables. Los post rockers escoceses Mogwai, por caso, desplegaron en su show presentación de Rave Tapes una Estelada, bandera independentista catalana, como identificación con un proceso que Escocia consumará en setiembre, cuando decida si se desvincula del Reino Unido.
Primavera Sound es considerado en la actualidad el festival más importante del mundo, porque refleja el presente musical advierte las tendencias que vendrán, mancomuna estilos, es una vitrina de consagración para los nuevos exponentes y reúne a la mayor feligresía hipster. Y en eso coinciden los artistas que pasaron por cualquiera de sus realizaciones, como Real Estate, que en esta versión reivindicó una vez más semejante chapa. Sin embargo, el pop beachboysiano del combinado de Nueva Jersey fue una propuesta insular con respecto a las directrices que se perfilaron en esta ocasión, entre las que, aparte de mapear el eclecticismo de la escena neoyorquina con la canción noctámbula de Sharon Van Etten, el dance punk de !!! y el repaso de Televisión de Marquee Moon, reivindicó el fabuloso aporte creativo reciente que le inyectó Canadá a la música independiente.
Así que mientras los oscuros Godspeed You! Black Emperor sintetizaban los orígenes de esa avanzada canadiense, Chromeo mostraba su filo más dance y el pop deslumbrado de Mas Ysa se revelaba como su nueva apuesta, Arcade Fire brindó el show épico. Aunque su performance no distó de la que desenvainó en el Lollapalooza argentino, el grupo montrealés incluyó en su repertorio temas que lo convirtieron en el sucesor de Radiohead en la cada vez más desahuciada liga de bandas masivas de rock inteligente, al invocar Joan of Arc, Rococo y Neighborhood #2 (Laika). Al tiempo que en el bis invitó al escenario a sus flamantes “bobbleheads”: el de Obama y el del Papa Francisco, para bailar Tequila, en clave de rumba flamenca, y luego poguear con Normal Person. También pasaron por esta 14ª edición Nine Inch Nails y Jagwar Ma, que emularon sus recientes actuaciones en Buenos Aires; y Pixies y Queens of the Stone Age, quienes sorprendieron por su palidez.
El que se llevó el título a la gran decepción fue Kendrick Lamar debido a que, al tiempo que el barrio barcelonés de Sants padecía una verdadera batalla campal entre okupas y Mossos d’Esquadra (la policía catalana) por la desocupación del edificio del centro social autogestionado Can Vies, no fue capaz de defender en vivo los argumentos conceptuales de Good Kid, M.A.A.D City, uno de los mejores discos de 2012, pues desarmó un discurso sonoro moderno y atípico en el hip hop para apostar por la veta old school del género. Todo lo contrario a The National y St. Vincent, otras de las cabezas de cartel, quienes superaron las expectativas. Mientras que el conjunto de post punk de Cincinnati se apeó a la pasión, el laboratorio de pop superlativo de Annie Clark presentó su flamante álbum epónimo lanzado este año, apeló por el minimalismo y la audiencia arengó su coronación.
A pesar de que la celebración por antonomasia de la estética del sonido independiente se efectuó, como ya es tradición, en el predio ferial Parc del Forum (entre el jueves 29 y el sábado 31 de mayo), desde el lunes 26 Barcelona se había abstraído en un evento al que asistieron 190 mil personas (20 mil más que en 2013 y un 40 por ciento de público foráneo). No fue la primera vez de Amalia en el festival, pero sí de Mercedes: dos portuguesas provenientes de Coímbra (el único lugar donde existe otra versión del Primavera Sound es en su país, en la ciudad de Oporto), para disfrutar de una experiencia por la que pagaron 195 euros por el abono convencional (unos 2200 pesos argentinos, al tiempo que el VIP valía 2800 y la acreditación de prensa cerca de 600), y que involucró a los dos artífices más internacionales del indie patrio: El mató a un policía motorizado y Juana Molina, quienes participaron, respectivamente, en la jornada de apertura, el día 28, y en la fiesta de cierre, el 1º de junio.
El quinteto platense, uno de los 292 solistas y bandas que dieron los 350 recitales pagos y gratuitos del Primavera Sound, lidió contra lluvia y frío para anotarse un show memorable, con el que confirmó su condición de local en España, en una fecha en el Parc del Fórum de la que formaron parte el belga Stromae (un Pharrell Williams con actitud afro ravera) y Sky Ferreira, quien mostró una performance sin ton ni son, pero prolija. Pulularon las apuestas de que la teen pop devenida estrella del reviente indie sería el fiasco del evento junto a The Pizza Underground, el grupo de Macaulay Culkin, que, al igual que en Mi pobre angelito, perdió el avión que lo traería a Barcelona. Mientras que Molina, a la que se le conoce muy bien, fue ovacionada de pie al concluir su presentación en la sala Barts, donde compartió grilla con las hypeadas Grouper y Angel Olsen.
Además de la vuelta al ruedo de Slowdive, leyenda inglesa del shoegaze, a dos décadas de su separación, y de la conmemoración de los 35 años de actividad de los anarco punk holandeses The Ex, este Primavera Sound será recordado por la cátedras musicales de Caetano Veloso con su transrock, del resucitado soulman Charles Bradley y del legendario productor y DJ francés Laurent Garnier. También será la edición en la que se introdujeron la cumbia, con Chicha Libre, y el afrobeat, gracias a Seun Kuti & Egypt 80 y Antibalas, al igual que la del zarismo electrónico de Nicolas Jaar, del nacimiento de la nueva gran cosa del folk con Midlake, la brutalidad pistera de Factory Floor, el terrorismo psicodélico de The Brian Jonestown Massacre y el neo R&B de Blood Orange. Será el festival de las marcas, el de Lee Ranaldo haciéndole el aguante entre el público a Kim Gordon y su tándem Body/Head, el de la combinación de chupines y zapatillas de atletismo, el del aplauso al arcoiris, y el de las ramas de los árboles reemplazando a las banderas.
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