Jueves, 26 de junio de 2014 | Hoy
AQUí VIENE SOL MARIANELA
Con nervio punk y melodías pop, esta trovadora indomable dio forma a los versos de un debut fresco y adhesivo.
Por Juan Barberis
Para conocer en profundidad a Sol Marianela no hace falta un listado de preguntas, sino simplemente darle play a Hasta nunca, su primer disco. Esta compositora de pelo anaranjado nacida en Villa Gesell hace 28 años, e instalada ahora en Ituzaingó, comprime en esos doce tracks inaugurales uno de los debuts más adhesivos, frescos y confesionales que hayan sonado en los últimos tiempos. Como una personal mezcla entre Rosario Bléfari y Nekro, sus canciones de nervio punk y melodías pop son instantáneas breves y personales, pero de identificación absoluta. Algunas como Los novios, Guardarropas o Porno de chicas aportan una mirada femenina del mundo más próximo, desde una neutralidad casi universal y atractiva. “Siempre hablo de cosas que me pasan”, dice Sol. “Como no salgo mucho, no puedo escribir sobre lo que no sé. No miro tele, no sé nada sobre política, no me importa eso. Mis canciones siempre tienen que ver con los sentimientos humanos.”
Aunque recién ahora aparece online este disco, Sol Marianela hace música hace rato. Empezó a componer y cantar de chica junto a su papá –también músico, que tocó en el último BA Rock y hoy es productor de espectáculos en España–, hasta que a los once tuvo su primera banda, con la que tocaba en la escuela. Después vinieron algunas experiencias como Picnic, grupo que formó en Villa Gesell, y finalmente su carrera en solitario con algunos pseudónimos como María del Sol, María Sol cuando llueve se hamaca en el jardín, Jenny Hard Heart o Poli Vegas. Igual Sol siempre quiso tener una banda. “Pero finalmente, después de muchos intentos, sentí que lo único que iba a permanecer era yo. Los demás se van, y más cuando se trata de una banda en la que canta una chica. Que alguna chica que haga música me diga lo contrario, pero todos en algún momento van a querer irse para armar una banda con chicos”, desafía.
La biografía de Sol Marianela siempre se vio alterada por el tranco nómade de una familia escurridiza. Sol, que de chica flasheó con The Cure y se vestía “como Roberto”, vivó en Gesell, Barrio Norte, Recoleta, San Martín, Parque Chas, España y de nuevo Villa Gesell. En ese largo periplo, se hizo vegetariana, abandonó bandas y hasta la escuela, como sacudida por tanto desarraigo. Después su madre volvió a España, pero ella se cortó sola. “Estaba a punto de cumplir dieciocho y dije hasta ‘acá llegué’. Me quedé viviendo en Gesell y empecé con la movida de ser solista.”
Algunos años después, cuando finalmente se instaló en el Gran Buenos Aires, tocó en bandas de chicas como Liers o Trueno Blanco, hasta que junto al productor Ignacio Castillo se puso a trabajar en Hasta nunca, un disco en el que su costado más salvaje luce controlado a través de un intenso proceso de preproducción y grabación que parece haberla agotado. Lo suyo, dice, siempre fue lo escénico. “Cuando hago las canciones siempre estoy enojada, siempre es un garrón. Si hago las canciones es porque está todo mal. Así que el vivo es cuando está la devolución”, explica. “Mis letras son un poco ‘¿a ver qué decís cuando te cante este pedacito?’.”
Mientras sigue recaudando fondos para la edición física de Hasta nunca y el rodaje del video de Los novios (pueden aportar desde Idea.Me), está repleta de planes: quiere volver a escribir fanzines, consolidar una banda estable, grabar nuevas canciones, explotar su costado más desalineado y punk. Pero sobre todo, después de tanto movimiento, quiere una casa. “Es en lo único que pienso todos los días. Voy en el colectivo y miro casas”, dice. “¡Quiero una casa, loco! ¡Me mudé casi todos los años de mi vida!”
* Sábado 28 en La Capilla, Suipacha 842. Desde las 21 con Andrómeda.
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