Jueves, 3 de julio de 2014 | Hoy
JEF BARBARA CAUTIVó EN BUENOS AIRES
El pop mutante del músico canadiense es cautivante e ideal para agitar. Y el romance recién empieza.
Jef Barbara, que hace unas semanas pasó por Buenos Aires, es pequeño, peludo y suave. Parece una especie de Fauno. Se paseaba por camerinos antes de su espectáculo en Niceto Club, enfundado en un glamoroso enterito de lentejuelas doradas que deja su rostro al descubierto. Rostro que luego, a la hora del show, cubrió también con una máscara dorada. Con su primera presentación en el país (acompañado por los músicos de Abducidos como banda), la programación de Asterisco Festival Internacional de Cine tuvo un cierre de película ambiguo y tierno.
“Siempre viajo con mi banda, pero esta vez estuvimos tocando con los Abducidos: ellos me contactaron antes de venir, y la verdad es que son muy profesionales y agradables”, cuenta este canadiense con sangre haitiana nacido en 1975 en Quebec, que en temas como Les Homosexuelles, Wild Boys, Cocaine Love o Sebastien ostenta un talento innegable para la canción pop bailable, ideal para todo aquel que quiera loquear, más allá del género, la raza o el credo: sus melodías magnetizan y después de su debut porteño está claro que el romance con Argentina (país que pasó en apenas una década de la vergüenza al orgullo gay) recién empieza.
“Las melodías son muy poderosas: es gracioso porque estuvimos en este festival en Argentina, y yo ya venía pensando en que la mayoría de la gente no iba a entender ni una sola palabra de inglés y que iba a tener que prestar atención a las melodías... y la verdad es que la idea me gustaba.” Barbara confiesa sentirse más cómodo en países como Francia o Argentina que en Alemania, “donde tienen una tradición de música electrónica más dura e incluso tienen un idioma que suena más duro”.
Su talento melódico le valió que lo compararan con Serge Gainsbourg. Quizá por la mención del autor de Lemon Incest (en el que Serge aparecía en la cama con su hija Charlotte, protagonista de Nymphomaniac, de Lars von Trier), ese músico genial y provocador profesional, es que Jef siente necesidad de marcar la cancha: “Nunca me interesó ‘provocar’ a la gente, aunque comprendo que quizás hay gente que lo ve diferente. No puedo controlar las mentes de otros, sólo puedo hacer lo que siento. Y que la gente lo interprete como quiera”.
Barbara se siente feliz y no lo oculta, pero así como no se quiere encasillar sexualmente también trata de escapar a las obviedades: “Me parece muy bueno que me hayan invitado porque la verdad es que yo no soy un tipo del cine: lo poco que sé es por los videos que hago. Tampoco vengo de la cultura drag queen, aunque vi un par de shows y los disfruté. La base de la cultura drag es la creatividad y la imaginación, porque la gente construye una nueva identidad con la ropa, sin operarse ni nada; no son transexuales. Supongo que yo también soy una especie de drag queen, aunque no me visto así en la vida cotidiana”.
Cuenta que, en Buenos Aires, fue al pool del San Bernardo y que, junto a Chelo de Abducidos, salió a comprar un poncho: “Se lo fui a comprar a Julian, un amigo guitarrista que solía tocar con Stereolab, pero al final también compré uno para mí”. Vaya a saber qué puede pasar con ese poncho: basta ver sus videos, la mayoría dirigidos por él, para entender que Barbara puede usar cualquier excusa para seguir reinventándose: “¿Si hay algo artístico que hago además de la música? Sí, todos los storyboards de mis videos musicales, pero eso es algo que nunca comparto con mi audiencia. Eso sólo lo hago porque hago videos y la gente va a ver eso”, comenta con cierta coquetería y sentido común. “Para mí lo principal es la música, pero lo que hago no es sólo música; me gusta expresarme visualmente y quizás algún día haga algo diferente. Creo que lo más importante es hacer las cosas por uno mismo.”
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