LOS FUTUROS #7: JAMES RODRíGUEZ
De niño abandonado a campeón con Banfield y a figura de Brasil 2014.
› Por Lucas Garófalo
Si algo dejó el Mundial de Brasil, además de la inmensa alegría de volver a jugar una final y la leve frustración de no ganarla, es la certeza de que el colombiano James Rodríguez está a la altura de las grandes estrellas del fútbol internacional. Tiene apenas 23 años, cumplidos un día antes de que terminara el torneo y la FIFA le entregara la Bota de Oro, el premio al máximo anotador de la Copa, por sus seis goles en cinco partidos. Curiosamente, no fue el primer James Rodríguez en hacer goles en un mundial: en 1985 su padre le marcó a Bulgaria jugando para la selección sub-20 de Colombia.
Dicen los que lo vieron que James Sr. tenía el mejor remate de media distancia de su generación. Sin embargo, nunca logró consolidarse en el primer nivel. Lo perdían los vicios. En 1994 abandonó a su mujer y a su hijo de tres años: la responsabilidad no era lo suyo. James Jr. heredó el gen futbolístico pero tuvo que buscarse otro modelo a quien copiar. El elegido fue Oliver Atom, protagonista de Los Supercampeones, el dibujito animado creado en Japón en los ‘80 que llegó a Sudamérica en los ‘90. Oliver era un jugador talentoso, aplicado, decidido, prolijo, carismático y buen compañero, cualidades que lo convertían en el capitán de su equipo. Estaba destinado a la gloria. Ese fue el espejo de Rodríguez.
En 2008, James se vino a vivir a Buenos Aires en busca de una mejor formación profesional, una tendencia seguida por miles de jóvenes colombianos en los últimos años. Parece mentira que el goleador del último Mundial haya jugado en Banfield. En esa época parecía mentira, también, que Banfield hubiera salido campeón. Fue el primer torneo de Primera División ganado tanto por el club como por el jugador. A partir de ahí, su carrera agarró un envión infernal. Jugó en el Porto de Portugal, donde ganó ocho títulos en tres temporadas, y luego en el Mónaco de Francia, que lo compró por 45 millones de euros. Entonces llegó el Mundial.
Antes de que empezara el torneo había un colombiano que era gran candidato a lograr el título de goleador. Era Radamel Falcao, máxima figura de la selección dirigida por José Pekerman. Pero el Tigre no pudo recuperarse a tiempo de una lesión en los ligamentos de la rodilla y tuvo que mirar la Copa desde la tribuna. James no estaba en los planes de nadie. Su aparición fue fulgurante: hizo goles en los cinco partidos que jugó (incluyendo uno increíble de volea contra Uruguay) y fue elegido como el mejor de la cancha tres veces. “Jugó mejor que Messi”, dijo Maradona. “Es el reemplazo que me buscaron durante diez años”, dijo Valderrama. “Felicitaciones”, tuiteó Cristiano Ronaldo junto a una foto de ambos en pleno mundial. “Jugar al lado de Cristiano, mi ídolo, sería un sueño”, dijo James.
Parece que será un sueño cumplido. Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, está decidido a pagar 75 millones de euros por su pase. En el club ya le preparan el uniforme: una camiseta blanca con el número 10, exactamente igual a la de Oliver Atom.
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