LOS FUTUROS #11: TAYAVEK GALLIZZI
El Taya sobrevivió a la inundación de Santa Fe y a un yacaré, ya ganó dos torneos de volcadas y debutó con la Selección de Básquet en este Mundial.
› Por Lucas Garófalo
Ningún niño que se llame Tayavek pasa inadvertido en el colegio. Pero Gallizzi en particular, además del nombre extrañísimo de origen indígena que su madre eligió de un libro en el registro civil, era un demonio en los recreos. Por eso sus maestros de la escuela Jaim Najman Bialik de Santa Fe le sugirieron a la familia que anotara al nene en otra institución importante de la comunidad israelita, el club Macabi. El Taya no había cumplido seis años y ya jugaba básquet para canalizar el exceso de energía. Una década y media más tarde, acaba de participar de su primer Mundial.
Que Gallizzi viajara a España como integrante de la selección a los 21 años no estaba en los planes de nadie. Salvo, quizá, del técnico Julio Lamas. Con la Generación Dorada del básquet argentino empezando a pensar en el retiro, el entrenador enfrenta el desafío de delinear el equipo del futuro. Decidido a incorporar jóvenes, convocó a jugadores que un mes antes del Mundial habían participado del Campeonato Sudamericano en Venezuela, como Nicolás Laprovittola, Marcos D’Elía o Matías Bortolín. Lo curioso es que Tayavek había quedado fuera de ese equipo a último momento.
¿Por qué lo convocó, entonces? El propio Lamas dio alguna pista: “El Taya cazó a un yacaré con sus propias manos, así que miedo no va a tener”, dijo. Más allá de la veracidad de la anécdota (aparentemente, Gallizzi arrastró al cocodrilo dormido unos metros en un charco para sacarle una foto), el chiste lo pinta como lo que es: un jugador temperamental, fuerte, agresivo, incansable y un poco loco. El mismo se define como pivot “basurero”, dispuesto a ir al choque en tierra de gigantes para que sus compañeros puedan jugar con mayor libertad. Quizá debido a esa intensidad, Lamas decidió llevarlo como sparring a los entrenamientos previos al Mundial, y ahí fue que se ganó su lugar. Como en las películas.
¿O acaso Tayavek no es un nombre genial para un personaje? Su historia, además, es terriblemente cinematográfica. En 2003, con 11 años, sufrió la inundación de Santa Fe a tal punto que él y sus hermanos Ayrton y Atenas (¡esos nombres!) tuvieron que subir a una canoa y no supieron nada de su madre por dos días. A los 15 se alejó de su familia para probar suerte en Quilmes de Mar del Plata, club en el que todavía juega. En 2013, después de su debut en primera, llegó al Juego de las Estrellas casi como desconocido y ganó el tradicional campeonato de volcadas. ¡Y este año volvió a ganarlo!
Tras el logro, a fines de abril dio una entrevista a un portal santafesino en la que dijo: “A largo plazo, me gustaría en lo posible llegar a ser parte de la selección mayor: ése es mi sueño”. Cuatro meses después, Argentina cerraba una categórica victoria ante Senegal en el Mundial de España, cuando Julio Lamas pidió minuto, miró al costado del banco y le dijo: “Entrás”. Jugó dos minutos, metió dos puntos. Seguramente sea el comienzo de una nueva historia de autosuperación.
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