EL PUNK-FOLK CANCIONERO DE ETé & LOS PROBLEMS
› Por Juan Barberis
Ernesto Tabárez, corazón y cerebro de Eté & Los Problems, tenía 14 años cuando se fascinó con Eduardo Darnauchans, uno de los compositores y poetas más valiosos de la música uruguaya. Los dos vivían en la misma ciudad, Montevideo, pero como todavía era muy chico para ir a verlo tocar de noche, Ernesto se filtró una tarde en un estudio de TV en donde el Darno estaría de invitado. No sólo llegó a conocerlo, también se transformó en su amigo y discípulo: compartieron tardes y noches, techo, música, libros y películas. De hecho fue Darnauchans quien lo convenció de que empezara a hacer canciones. “Yo quería ser como Jimi Hendrix y tocar mucho la guitarra”, recuerda Tabárez, de 31 años. “Pero Eduardo me dijo que ya estaba lleno de buenos guitarristas, que lo mejor que se podía sumar al mundo eran lindas canciones.”
Darnauchans le disparó la cabeza. “Además de presentarme música, me enfrentó a una fascinación, porque a esa edad verlo prendido fuego en vivo fue una marca indeleble para mí”, dice Tabárez, que lidera su propio plan, Eté & Los Problems, un grupo de canción folk-rock que ladea entre el costado punky rabioso y el pulso cancionero de Wilco. Es “un proyecto solista con banda estable” donde Tabárez asume el riesgo de la composición furtiva, soltando canciones intensas y personales que mezclan realidad, ironía y cinismo. “No creo mucho en la inspiración, yo creo en el trabajo”, dice sobre su método. “Hay canciones que no sé de dónde salen y eso es valioso, porque significa que la música es más grande que vos y, mientras sea así, estás a salvo. Hay un misterio dentro tuyo que se termina reflejando finalmente en la canción.”
Después de publicar los discos Malditos banquetes y Vil, que acumularon reconocimientos y el respeto de pares como La Vela Puerca, quienes los trajeron de teloneros a uno de sus shows en GEBA, ahora Eté & Los Problems está a punto de lanzar El éxodo, un trabajo concebido en uno de los momentos más oscuros para Tabárez. “Este disco es curioso, porque es producto de uno de mis momentos más difíciles, y sin embargo es un disco que no se queja, que va para adelante”, dice el cantante antes de una nueva visita a Buenos Aires. “Es mi disco post-separación de la relación más larga que tuve, de un montón de años, y sin embargo yo no quería que fuera un bajón. De algún modo, ya no necesité contar mi sufrimiento. Fue juntarme con la banda y tocar fuerte. Estaba buscando salvarme, y de algún modo creo que lo logramos. Por lo menos, mientras lo grabamos yo fui más feliz.”
Jueves 16 en Salón Pueyrredón, Santa Fe 4560. Desde las 21 con Las Kellies, Surrender, Los Crónicos y Amor Indio.
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