Jueves, 23 de octubre de 2014 | Hoy
ALLá VA LA TAZA CALVA, ATAJALA
Por Lucas Kuperman
La edad siempre es relativa. Un chico puede soñar convertirse en médico o bombero, a un adolescente le puede pintar ser futbolista y hasta Tom Hanks puede pedirle a Zoltar ser grande para trabajar probando juguetes. No es el caso de los hermanos Varela. Lautaro y Nahuel, con 10 y 12 años, no sólo soñaban tener una banda, la llevaban a cabo: “Arrancamos como cualquier juego de niños –dice el mayor–. En un momento nos había agarrado con el cine y filmábamos películas. Después fue la música, y componíamos con la cabeza porque no sabíamos tocar. Teníamos como quinientas letras escritas. Llamamos a amigos y nos juntamos a tocar. Igual, nunca fuimos conscientes de nuestra edad. Nos hubiéramos relajado y nunca hay que relajarse cuando uno hace arte”, dice el cantante y guitarrista de La Taza Calva.
Tan manos a la obra se pusieron que, con 19 años, el Varela mayor está despidiendo el tercer disco del grupo. Si bien El último día de invierno no tuvo el rodaje que hubieran querido debido a cambios en la formación, hoy están a pleno. “Conseguimos bajista, Tomás Cosenza, y después dimos con Helena Dinzelbacher en batería. Por suerte no tardamos mucho en dar con personas que quisieron llevar adelante el proyecto. El tema es que tenía que ver el rango etario y eso reduce las chances de conseguir gente”, comenta Nahuel.
Con muchas ganas de mostrar la nueva versión, tienen por delante un show en el Mandril y están preparando su próximo disco. “Siempre estamos componiendo. Incluso empezamos a sacar discos por nuestra cuenta para ir desagotando ideas. Teníamos como cien canciones y nos quedamos con veinte para elegir”, comenta ansioso Nahuel.
Su primer disco acaba de cumplir cinco años y lo tuvieron que subir a Soundcloud porque no se consigue en otro lado. El impacto que causaron a su corta edad fue tan grande que importantes músicos como Juan Subirá, Gabo Ferro y La Vela Puerca se coparon con su trabajo, grabaron de invitados en su último disco y hasta los invitaron a tocar.
Nahuel reflexiona sobre aquellos primeros momentos en la vida de La Taza Calva: “Recuerdo sensaciones. Las ganas podían contra todo, más allá de las aptitudes. El primer show fue en 2009 en Plasma, teníamos una visión romántica de la cuestión y ni salíamos del camarín, ¡me temblaba todo! Lo bueno es que por ahí hay chicos que recién están empezando y yo ya toqué y escuché un montón de música. Por ahí en segundo año tenía que haberme puesto a levantar minas y terminé haciéndome el freaky, tocando la guitarra, ja ja. Igual, si uno quiere llegar a algo copado, que lo deje orgulloso, no tiene que creerse nada. Ni que sos chico, grande, genio o lo que sea. Si no, tocás para los demás y no para vos”.
Sábado 25 en Teatro Mandril, Humberto Primo 2758. A las 21.
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