Jue 30.10.2014
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LOS FUTUROS #14: ALAN PICHOT

Chessmaster 2014

› Por Lucas Garófalo

Apenas empezó la primaria, Alan Pichot se dio cuenta de que el colegio lo aburría muchísimo. A los seis años se portaba tan mal que su madre tuvo que ir a hablar con la directora. Una década más tarde sigue padeciendo: está a punto de quedarse libre del Instituto William Morris, donde cursa tercer año. Sin embargo, siempre aprueba sin problemas. Y no porque sus profesores no quieran aplazarlo sino porque Alan es un genio. Su afición por el ajedrez quizá sea el síntoma más claro de su capacidad. El mes pasado se consagró Campeón Mundial Sub-16 en Durban, Sudáfrica. Fueron dos semanas de torneo, algo así como diez faltas a la escuela. Justificadas, eso sí.

Desafortunadamente para su preceptor, la semana pasada Alan volvió a viajar, esta vez a Brasil, para disputar el Continental, un campeonato ya sin límite de edad que clasifica a los cuatro primeros al Mundial de Azerbaiján 2015. Tras meterse en la ronda final, dio el batacazo: le ganó al Gran Maestro cubano Lázaro Bruzón, un jugador que no sólo lo dobla en edad (32 contra 16) sino que además era el principal favorito del torneo. Pichot alcanzó la cima de la tabla, aunque igualado junto a otros cinco ajedrecistas, y finalmente se quedó afuera de su primer Mundial senior en la ronda de desempate. Que es más o menos lo mismo que le pasó a Maradona –hincha de Boca como él– en 1978. Paciencia.

Como el Diego, que se enamoró del fútbol apenas tocó una pelota, la prehistoria de Pichot dice que a los cuatro años vio un tablero de ajedrez en la casa de un amigo y se enloqueció. Y ya se sabe cómo son los niños cuando se les mete algo en la cabeza. Cansada de escuchar los insistentes pedidos de Alan, su madre decidió finalmente enseñarle las reglas: su idea era que perdiera el interés ante la complejidad del juego y la dejara en paz de una vez. El plan no salió de acuerdo con lo esperado.

Según el sistema de calificación de la Federación Internacional de Ajedrez, un Gran Maestro es aquel que supera los 2500 puntos, medidos en base al “sistema de puntuación Elo”, un método matemático inventado por el físico de origen húngaro Arpád Emrick Elõ. En ese ranking, Alan Pichot tiene 2473 puntos y está a un pasito de meterse oficialmente en la elite de este deporte, a fuerza de práctica y concentración. Y sin embargo, todavía no es capaz de dejar el culo quieto durante una o dos horas de clases.

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