ROBERT LIPPOK A POR LA VANGUARDIA
› Por Yumber Vera Rojas
Robert Lippok debutará en Buenos Aires, de la mano del Goethe-Institut, con un triplete de actividades que incluyen el show Redsupermotorfader, en el que tocará su álbum Redsuperstructure (2011) y su EP Robot (2006). Y habrá que acostumbrarse a verlo en solitario, pues To Rococo Rot, grupo que comparte con su hermano Ronald, se separará este mes. “Nada es para siempre”, afirma el arquitecto de la música electrónica alemana vía mail. “En 2015 se cumplen dos décadas de la banda, pero pensamos que lo mejor era quedarnos en los dulces 19.” No obstante, el trío de IDM y post rock, antes de despedirse, lanzó en abril su último disco, Instrument, para el que convocó a Arto Lindsay. “Nunca tuvimos temas cantados. Así que le preguntamos a Arto si quería participar, debido a que su voz es única, y somos admiradores suyos, y nos dijo que sí. Fue maravilloso trabajar con él.”
Si bien al compositor y artista plástico berlinés le espera un 2015 desbordado de planes, de los que destacan la realización de su primer mediometraje y la preparación de los festejos por los 20 años de su sello Raster Noton, Lippok también concentrará sus energías en la improvisación y la investigación del sonido: las principales características de su obra unipersonal. “Nunca quise tocar ningún instrumento, y aún no sé si lo haré”, espeta el artista influido por el movimiento alemán Geniale Dilettanten. “El cineasta ruso Andrei Tarkovski dijo que prefiere los paisajes sonoros electrónicos a instrumentos tradicionales, porque son frescos. Por eso cuando mi generación oye la línea de bajo del Roland 303 o el sonido de batería de un 909 se emociona inmediatamente. Ya no se trata de algo nuevo e inaudito. Pienso que el boom de la electrónica terminó, y eso es bueno porque dejó de ser raro. Hoy es sólo música.”
Pese a que hoy es una figura indispensable de la vanguardia musical, Robert esbozó su temple curioso y transgresor en el lado comunista de la Cortina de Hierro. “Con Ronald curtimos el under de la Alemania del Este con Ornament und Verbrechen, en 1984”, evoca el exponente de 48 años. “Actuábamos en iglesias y escuelas de arte, e invitábamos a gente del oeste a las grabaciones, lo que era ilegal. Para editar un tema al otro lado de la frontera, le dábamos las cintas a un diplomático holandés para que las llevara. La Stasi intentó detenernos, pero no tuvo éxito.”
A 25 años de la caída del Muro de Berlín, Lippok repasa ese instante: “Estaba en un café de Berlín Oeste, a donde me había mudado a principios de 1989, cuando vi a un amigo de Berlín Este caminando por la calle. Tras contarme lo que pasó, fui a casa y mi familia me esperaba en la calle. Comenzamos a celebrar, era una locura. En ese momento sentí que era parte de la historia”.
* Sábado 6 de diciembre en el lanzamiento de Robot Festival, Usina del Arte, Agustín R. Caffarena 1. A las 20.
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