CALLATE MARK PEGA COMO BALBOA
› Por Mario Yannoulas
Quizás entre las ideas megalómanas de Mark Chapman no estuviera la posibilidad de dar nombre a una banda argentina. O quizá sí. La cuestión es que el tipo disparó, y las puertas al nuevo mundo que había abierto Lennon se transformaron oficialmente en otra cosa. En puertas a otro mundo, quizás. Y de eso gustan hablar los músicos de Callate Mark –quienes tomaron su nombre de la canción de Sumo–: no de las puertas, sino de los cambios del planeta. “El mundo no es el mismo hoy / Lo dijo nuestro corazón / Vivimos otra realidad / Un poco todo va a cambiar”, plantean en su placa debut, Balboa.
“Las épocas cambiaron, lo que plasmás hoy en una letra es muy distinto. Todavía se escucha que ya no hay mensaje, que las letras no dicen nada, pero ya está, no vivimos en los ‘70, ¿tenemos que salir a decir qué? Hoy, que una banda diga algo puede ser ‘Jennifer Lopez entró a mi casa’. El mensaje no tiene que abordar un tema social para dejar de ser una pelotudez”, se desmarca el guitarrista Florián Fernández Capello.
Las diez pistas de Balboa presentan el vector más cancionero del novel cuarteto, que es promisorio en la escena y que reserva sus intenciones más sucias para el escenario, aunque esa decisión pueda ser puesta contra las cuerdas por el contexto. “Hay bandas que dicen ‘Nos da lo mismo si hay 50 mil personas o si hay cinco’, y eso es imposible para nosotros. Ni para mejor ni para peor, el show varía según dónde estés, tratamos de adaptarnos”, desnuda el guitarrista.
“Si bien el grupo parte de una esencia más power y los shows son así, hay temas que tienen un largo trabajo de producción encima”, suma el cantante, Lautaro Rico Gómez. “Podríamos haber hecho un disco crudo tocado en vivo, pero aunque no queríamos que se perdiera el power, nos parecía interesante que se pudieran escuchar esas canciones melodiosas en su aspecto más claro. Cuando hay que achicar, se achica, pero también se puede ponerle más sustancia; abrimos y suena enorme.”
El disco fue producido por Vicentico, el papá de Florián: “Algo que aprendimos con él es que el audio se construye con estructuras, no sólo usando tal o cual instrumento”. El resultado es el triunfo de las guitarras limpias y las líneas sencillas por sobre la distorsión o el volumen, en una clara finalidad cancionera. ¿Y qué tiene que ver con Rocky este puñado de post adolescentes? “Hoy todo es una lucha para las bandas nuevas. Si bien no le ponemos mucho dramatismo, en este país hemos atravesado una época bastante nefasta en lo cultural, que tuvo que ver con el rock chabón y con una supuesta humildad que cortó un poco la cosa artística linda que salía. Acá tendemos a tener una visión catastrófica de las cosas; entonces, ante la duda, tiramos para abajo y en el under hay una sensación de incertidumbre muy grande. Hay que pelear contra eso, plantarse para que te terminen de aceptar. Nosotros estamos muy orgullosos de nuestro disco, y así nos plantamos”, despeja Florián.
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