LA GUERRA DE FEMITUITS
› Por Stephanie Zucarelli
No existe en el mundo una buena causa que Internet no pueda corromper, y es exactamente eso lo que 2014 demostró a través de sus escándalos virtuales: la generación youtubber cayó en cuenta de su poder como formadora de opinión “teen” y convirtió a la web en una triste pero célebre batalla seudofeminista.
Gamergate, el conflicto que destapó la parcialidad de los medios de videojuegos, tuvo como puntapié una denuncia de un grupo hembrista que gritaba que su producto recibía malas críticas porque el rubro renegaba de las mujeres desarrolladoras. Poco después, la famosa camisa que el Dr. Matt Taylor –de la misión Rosetta de la NASA– usó en una entrevista, también causó una guerra de retweets al ser señalada como un objeto amenazador por tener ilustraciones de mujeres vestidas en un sexy sci-fi.
Fue entonces cuando muchas personalidades web comprendieron que spamear sobre el sexismo era la clave de millones de clicks. El acoso virtual que sufrieron los acusados fue desorbitante y nadie fue capaz de apaciguar a las personas que arengaron acciones de odio disfrazadas de una supuesta pelea por la igualdad entre los géneros.
Gracias a esto nació una moda anarcopop adolescente que comprendió que la mejor manera de promover sus ideas era eliminar a todo aquel que tuviera una visión distinta. Así, el año cerró con una pelea latente contra el sexismo, más parecida a un concurso de likes por la popularidad, y que bastardeó la noción del feminismo como movimiento que busca promover el respeto por las elecciones individuales en condiciones igualitarias.
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