DEL “UNDER” AL “INDIE”
El concepto que cada generación del rock reafirma para sí dice mucho de su política, su estética y sus condiciones. ¿O no?
› Por Yumber Vera Rojas
Cuando Frank Zappa disparó su célebre frase “El mainstream viene a vos, pero vos tenés que ir al underground”, el término “independiente”, al menos en la música, había encontrado en la contracultura, tras el triunfo de la revolución que agitó en los ‘60, el laboratorio de experimentación y desarrollo que buscaba hacía décadas. Pero lo que no estaba en los planes de nadie en aquel momento era que medio siglo más tarde su apócope, “indie”, evolucionase de tal manera que fuera capaz de darle un golpe de Estado a la mano que le dio de comer. Y es que a partir del acceso y crecimiento de la tecnología, con la llegada de Internet, el concepto del “Hacelo vos mismo” se instaló tan radicalmente en el imaginario colectivo que hoy es posible aproximarse a cualquier manifestación artística o ideológica con tan sólo un clic.
No obstante, luego de que en los ‘80 alcanzara su época más épica y fértil en la Argentina, el under, una década más tarde, y en medio del aburguesamiento y del endogenismo que auspició el 1 a 1 (lo que mermó la cruzada latinoamericana que la contracultura argentina había emprendido unos años antes, al tiempo que aisló a la escena local del concierto global), fue asaltado por una avanzada de artistas periféricos como Bersuit Vergarabat, que suplió el concepto de libertad por el de libertinaje.
Ese campo de cultivo creativo, hasta entonces dominado por la modernidad, se tornó en una estantería de la pluralidad. Lo que fue aceptado con resignación por la intelligentsia cultural hasta la masacre de Cromañón, que se convirtió en la excusa perfecta para, de una vez por todas, escindir su cantera de esa sociedad forzada con el chabonaje.
Aunque una de las opciones terminológicas que se barajó fue la de “emergente”, la modernidad musical argentina finalmente se inclinó por el concepto “indie” para denotar ese espacio y cualidades que alguna vez ostentó el under. Si bien ya en los ‘90 se empleaba para definir la propuesta de bandas del temperamento de Suárez, opacadas por la “movida sónica” (disidencia de esa misma escena), desde mediados de los 2000 la “independencia” se transformó, más que en un estilo o una elección política de la estética artística, en una nueva forma de comprender la cultura. Lo que conectó de vuelta al país, a través de la fiesta Compass, del festival BUE o de la radio Kabul, con una circunstancia global, mientras resignificó la obra de grupos como Jackson Souvenirs o Entre Ríos, y estableció en La Plata la piedra fundacional para la primera gran asonada del indie patrio.
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