DAMON ALBARN, DISCO Y SHOW INTERNACIONAL
› Por Luis Paz
Damon Albarn. Whitechapel, Londres. 23 de marzo de 1968. Blur, Gorillaz, Everyday Robots y un diente de oro.
Hace 25 años que este tipo viene componiendo una obra indispensable por concepto y por belleza, tensando desde el carajo del buque del pop mundial un arco que va de Beetlebum a Mr. Tembo, de Modern Life is Rubbish a Plastic Beach, de la canción pop británica a la electrónica disruptiva, del gospel a la psicodelia pura y dura, del pico y la pala al humo, y del corte pelela al castaño entrecano y de entradas marcadas.
Con el único movimiento de un disco hermoso, Everyday Robots, que creció con el paso de los meses, Damon Albarn logró la doble corona internacional, lo que no pasaba en esta Encuesta –en la que votan músicos, solamente músicos– desde 2004, cuando Morrissey impuso You Are The Quarry como disco del año y empató en el rubro dedicado al show internacional con Kraftwerk.
Con Albarn pasó viceversa: su recital en el Gran Rex superó con cierta amplitud porcentual a otros conciertos festejados por la comunidad musical local (Queens of the Stone Age, Arctic Monkeys, The Jesus & Mary Chain, Yo La Tengo, Mac DeMarco), y empató con Lazaretto de Jack White, con Lost in the Dream de The War on Drugs y con Sonic Highways de Foo Fighters como disco internacional del año.
Y esta coincidencia posiblemente se deba a una notable singularidad en el triunfo de Albarn: sacó su disco el 29 de abril y lo presentó en el Gran Rex el 6 de octubre. Ni las bandas argentinas más convocantes publican y presentan con tal sincronía. Y en situación de particularidades, rock, fútbol, estupefacientes y sala de ensayo, se dio otra secuencia. Salvo Bodie Datino, ninguno de los músicos que eligió su disco votó también por su show: no fue el voto corporativo y simultáneo lo que lo ubicó doblemente primero, sino la posibilidad de tocar las fibras de artistas tan disímiles como La Chata y Sus Doblados y Banda de Turistas, Leonchalón y Los Solfa, Violeta Castillo y Juguetes en el VIP, Viva Elástico y Ese Perro, Delta Venus y El Conventillo Espacial.
Pero bien, ¿qué puede haber sido lo que hizo de Everyday Robots tan buen material para un álbum y que, al mismo tiempo, funcionara tan sólidamente en vivo (al amparo de temas de Blur, Gorillaz y The Good, The Bad and The Queen, claro)? No es la crítica más inteligente o filosa hacia la sociedad. En absoluto. Tampoco un disco indispensable ni uno sobradamente divertido. Es interesante, sí: un álbum de canciones enrevesadas como las preciosas The Selfish Giant o You and Me, montado sobre un fondo electrónico, cristalino, casi mecanizado, con técnicas de producción dub y post rock.
Everyday Robots es un disco rebosante de lugares comunes y a la vez grandemente iluminado, todo un fenómeno climático en sí que fue expuesto en el Gran Rex. Es un disco denso, profundo, que trae un abismo a cada vuelta de tambores, al final de cada paseo de bajo. Sumado a eso el ferrocarril imparable de algunas canciones de Gorillaz (Clint Eastwood, Tomorrow Comes Today, Slow Country, Kids with Guns) y otras de Blur (¡End of a Century al piano, carajo!, pero también Out of Time y la infrecuente All Your Life), y el encanto del que sigue haciendo méritos para entronizarse como el músico más trascendente del brit pop (perdón Jarvis Cocker; andá a tomar la sopa Liam Gallagher), el hechicero blanco, castaño y con diente de oro de la música negra. El conquistador Damon Albarn, amo y señor de esta Encuesta.
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