Amarillo (Comida de Humanos, Flecha Records). “Despertó pensando que era una canción”, canta Diego Ruiz al inicio del excelente debut en casete de Comida de Humanos. Acompañado por Juan Rivas en batería (también en Celos, Las Uvas Estroboscópicas y Simions) y Ceci Polonia en bajo, este guitar hero suburbano hace canciones de pop noise, a veces más killer rock (Sentimentalismo de drogadicto) y otras más amable (Bella oscura), con melodías en un torbellino de efectos onda Dinosaur Jr, My Bloody Valentine o The Chamaleons. Simétrico y equilibrado, lo del también guitarrista de Toquelau no es un capricho, es una estética.

Reunión (Julián Rossini). Julián Rossini es un pianista fino y talentoso que toca en Los Nadies y en Los Bluyines, y que tuvo la buena idea de hacer diez versiones al piano de músicos y bandas platenses como Gaspar David, Prietto Viaja al Cosmos con Mariano, Maqueta, Pablo Matías Vidal, El Ataque de los Barriletes o La Patrulla Espacial. Aunque el disco no tiene desperdicio, la versión de Chica de oro de El Mató a un Policía Motorizado hace imposible no imaginar a Santi Motorizado como galán en una telenovela de las 3 de la tarde, mientras tu mamá (y vos también) tratan en vano de contener las lágrimas.

Fuego (El Hagabal). Con títulos como Fuego soy, Cuando el fuego era nuevo o Era el fuego, los brujos de El Hagabal regresan con un inflamable y groovero disco digital que quizá sea su obra maestra. Ignacio Zavalla, Gonzalo Corrales Ruiz y Sergio Quinto lograron una música tropical e incandescente, penetrante y luminosa. Grabado en ION y en Estudio Quinto, el disco rinde homenaje al gran Elvin Jones (genial batero de Coltrane), a las músicas que aman (rock, jazz rock, folklore, bossa, disco o funk, siempre vía psicodelia ígnea) y el elemento primordial que da el título al disco.