Jueves, 5 de febrero de 2015 | Hoy
LOS FUTUROS #19: MIA KHALIFA
Por su trabajo como actriz porno, la joven libanesa fue amenazada de muerte.
Por Lucas Garófalo
En octubre del año pasado, la libanesa Mia Khalifa era una de tantas inmigrantes trabajando en un local de comida rápida en Estados Unidos, un empleo que nadie quiere, especialmente después de haber estudiado Historia y haberse graduado de la Universidad de Texas. Así que cuando un cliente se acercó y le preguntó si se animaba a actuar en una película porno y ganar mucha más plata, no lo dudó demasiado. Con 21 años (este martes cumplirá 22), pertenece a una generación que creció con el porno como algo casi cotidiano: evidentemente no le pareció una decisión tan escandalosa.
Sin embargo, bastó con que actuara en una de sus escenas usando un hiyab (el típico velo islámico que cubre la cabeza de las mujeres musulmanas) para que le llovieran amenazas de muerte. A pesar de vivir en Estados Unidos desde los siete años y de haber profesado el catolicismo como sus padres, a los ojos de Medio Oriente ella representa a la joven musulmana dominada por el hombre blanco occidental. ¿Pero acaso eso no es el porno? ¿Una representación exagerada de una fantasía más o menos prohibida? Después de ver una porno nadie cree que va a tener sexo con la chica del delivery, de la misma manera que nadie sale a matar después de ver Rambo.
Por otro lado, como suele suceder en estos casos, enseguida salta a la vista la doble moral. Según las estadísticas de PornHub (un sitio de videos XXX que tiene más visitas que el de la CNN), un cuarto de las búsquedas con las palabras “Mia Khalifa” viene desde el Líbano, lo que convirtió a esta ex cajera en la principal estrella porno de Estados Unidos en apenas un par de meses. Y según Google, seis de los ocho países que más buscan porno son musulmanes: Pakistán, Egipto, Irán, Marruecos, Arabia Saudita y Turquía.
Mientras tanto, Mia –una mujer adulta plenamente responsable de sus actos– no parece estar dispuesta a dejar un trabajo cien por ciento legal en Estados Unidos, en el que le va muy bien, para conformar, del otro lado del océano, a una persona que no tiene ninguna obligación de verla actuar. Y a través de las redes sociales es capaz de explicar su visión de las cosas de manera contundente y divertida, deshaciéndose de la carga represiva que históricamente rodea al porno.
“Estás buenísima, pero sos una vergüenza para nuestro país”, le dijo el libanés @AhmadHamieh5. “Tu erección debe estar muy confundida”, contestó @miakhalifa, más rápida de mente que de cualquier otra cosa.
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