LOS ASOMBROSOS HOMBRES HIENA NIGERIANOS
Pieter Hugo fotografió al clan que monta su show explotando a sus hiénidos.
› Por Santiago Rial Ungaro
En la escena final del libro Jacinta Pichimahuida, de Abel Santa Cruz, el pequeño Cirilo Tamayo (interpretado en la serie televisiva por Marcelo Fabián Rodríguez, ex policía condenado en 2011 por un intento fallido de reventar un kiosco) coronaba una excursión escolar al zoológico acercándose temerariamente a la jaula de las hienas, lagrimeando, para acariciar un animal que nunca tuvo onda con los seres humanos. La historia y la cultura dicen que las hienas no son muy simpáticas: que son carroñeras, que son feas, que son cobardes porque atacan en manada, que tienen un olor nauseabundo o incluso que se comen entre ellas cuando mueren. Dan asco y espanto y hasta su “risa” resulta paralizante. Pero no para los Garawan Kura, la hermandad de “Hombres Hiena” nigerianos que se ganan la vida jugando con ellas en sus espectáculos callejeros, subiéndolas a sus espaldas, acariciándolas, castigándolas y aguantando sus mordidas.
Las hienas están encadenadas y llevan bozales, y parecen estar recontra drogadas. Tener a una niña acariciándolas les alcanza a estos nigerianos para pavonearse, shockear y seducir a niños de 0 a 99 años. Los tipos se montan un show (a la gorra), y aprovechan para vender algunas medicinas y, se dice, para ganarse fama de tipos verdaderamente rudos o, mejor aún, de brujos posmodernos: en Nigeria existe la creencia de que si a un niño se lo sube a una hiena eso puede protegerlo de las prácticas de hechizos y conjuros de magia negra.
Imposible, entonces, saber qué pasa en sus giras a través de Kanú, Benin City o Abusa y saber si es cierto lo que ellos mismos dicen, que ese “show de la hiena” que montan mantiene una tradición que se pasa de generación en generación, o cuánto hay de verdad en toda la batería de acusaciones que despiertan con su imagen de Hombres Hiena (que son ladrones de bancos, punteros, cobradores de deudas, guardaespaldas o meros pandilleros), pero que comparten otros habitantes de la pésimamente reputada ciudad de Lagos.
La movida les sirve para vender algunas “medicinas tradicionales”, pero no ésas que ellos toman antes de sus presentaciones porque los “protegen”, ya que además de hienas sus actuaciones incluyen serpientes pitón y hasta un mandril con una remera del Barcelona. Algunas de estas imágenes son parte de un reportaje fotográfico del sudafricano Pieter Hugo, que convivió con ellos y contó que la mayoría de los Gadawara Kura están relacionados entre sí, conforman una especie de clan y suelen traficar con otros animales y hacer alguna que otra movida.
Hay que sobrevivir a la jungla global, y de hecho estos Hombres Hiena tienen permiso del gobierno nigeriano para hacerlo, lo que quizás explique esta identificación casi simbiótica que se adivina en las fotos de Pieter Hugo. Los Gadawara Kura saben igual que los leones siempre se llevan primero la mejor parte: Nigeria será el sexto importador de petróleo del mundo, pero si el petróleo es de los gringos y del Estado, las hienas, aunque drogadas y con bozales y cadenas, siguen siendo de ellos.
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