LLEGA “TERMINATOR 3, LA REBELION DE LAS MAQUINAS”
La saga del exterminador de cuero y lentes negros continúa: el jueves que viene se estrena la tercera parte, sin James Cameron en la dirección (dato importante), pero con Arnold Schwarzenegger como protagonista. La nueva historia plantea el mismo futuro apocalíptico, persecuciones, disparos y la novedad de una “Terminatrix”. Oia: ¿esto suena a Matrix, quizás?
› Por Martín Pérez
Un relámpago en un
callejón vacío, y un hombre desnudo como un Dios olímpico
aparece de la nada en medio de la oscuridad. Pero su desnudez no es sinónimo
de vulnerabilidad, algo que queda claro por la rapidez con la que se equipa,
detrás de objetivos claros y precisos. Encontrar a su víctima,
y ultimarla. Search & destroy, digamos. Como el tema de los Stooges. La
mejor de las referencias, teniendo en cuenta la campera de cuero que le saca
al desafortunado punk que resulta ser el primero que se cruza en su camino.
Por eso, por la contundencia de sus objetivos, el aparecido se llama The Terminator.
El exterminador, o sea. El malo de aquella película que apareció
de la nada en la primera mitad de los ochenta y creció en el imaginario
colectivo hasta convertirse en uno de los grandes mitos cinematográficos
de las últimas dos décadas del siglo pasado.
Aquel film no sólo tenía un aparecido sino dos. Además
de la contundencia de su exterminador, otro hombre aparecía desnudo de
la nada, en medio de un relámpago. Aquel hombre uno como cualquier
otro, tal vez más decidido, pero no mucho más era el bueno
de la película. Pero eso no importaba demasiado para la conciencia de
los espectadores, su entusiasmo estaba del lado del malo. Algo que James Cameron,
su director, decidió cambiar radicalmente a la hora de realizar una secuela,
casi una década más tarde. Una segunda parte que, al contrario
de las reglas no escritas de Hollywood, no sólo no fue peor que la original
sino que incluso su existencia terminó de completar el sentido que aquel
film tenía dentro del universo del cine de acción, tal vez el
más popular dentro de la industria cinematográfica.
Un logro inusual, que no hace más que poner bajo sospecha cualquier asomo
de entusiasmo alrededor de la inminente tercera parte de The Terminator. Un
film llamado T3: The Rage of the Machines, título traducible en castellano
como La furia de las máquinas, aunque será estrenado como La rebelión
de las máquinas. Un proyecto del que no forma parte James Cameron, que
de ser el director de Terminator recientemente ha pasado a la historia grande
(je) del cine como el director de Titanic. Sin embargo, T3 no deja de ser la
película que han esperado durante más de una década los
muchos fanáticos del personaje encarnado por Arnold Schwarzenegger, y
su estreno está anunciado nada menos que para el próximo jueves.
Que es lo mismo que decir que el futuro ya está aquí. O mejor:
Ill be back. Y seré Terminator.
UN SUEÑO
Según
cuenta la leyenda del origen de The Terminator, James Cameron se encontraba
en un cuarto de hotel en Roma donde había viajado para, pese a
haber sido despedido, invadir el cuarto de edición y reeditar a su gusto
su primera película como director, Piraña II (1981) cuando
tuvo el primer sueño con el personaje que, de alguna manera, lo haría
famoso. Aquella primera imagen era la de un robot asesino del futuro, incapaz
de caminar, arrastrándose por el piso cuchillo en mano, persiguiendo
a su víctima humana, también herida. Aquel sueño dispararía
el guión de The Terminator, que Cameron escribió junto a la que
por entonces era su esposa, la productora Gale Ann Hurd, a quién le vendió
los derechos del personaje por la suma simbólica de un dólar a
cambio de que le asegurase que el film sólo se llevaría a cabo
con él como director. Durante dos años se aferró a su guión,
en busca de que le dejasen dirigirlo. Algo que recién sucedió
en 1984, cuando Arnold Schwarzenegger a quien Cameron conocía porque
había interpretado a Conan, el bárbaro, uno de sus personajes
preferidos apareció en escena. A partir de que ingresó en
el proyecto como Terminator, Cameron consiguió los 6 millones de dólares
necesarios para rodar un trabajo que se convertiría en un instantáneoclásico
del cine de culto, una película que abrevaba de los temas más
populares de la novela de ciencia ficción, como las paradojas de los
viajes en el tiempo y la posibilidad de un futuro apocalíptico, con las
máquinas al mando.
Algo que me rehusé totalmente a hacer para la segunda parte de
Terminator es otro film en el que Arnold Schwarzenegger patease una puerta,
le disparase a todo lo que se moviese y se fuese caminando tranquilamente,
aseguró más de una vez Cameron sobre la segunda película,
estrenada en 1991. Con un presupuesto de 100 millones de dólares el
primero en alcanzar los nueve dígitos en la historia del cine,
Terminator 2: Judgement Day recuperó la inversión durante los
primeros doce días de su exhibición, alcanzando a recaudar más
de 500 millones de dólares en todo el mundo. Pero la verdadera proeza
de semejante film es que Cameron, además de un buen negocio, logró
hacer una buena película. Si el primer Terminator llevó lo mejor
de la ciencia ficción al gran público, este segundo no dejaba
de dialogar también con su propio mito, con el cine de por medio. Un
detalle que ha hecho de Cameron un gran realizador de exitosas segundas partes,
tal como lo demostró largamente con Aliens (1986). Aquella metáfora
del futuro como una bota pisando una cara humana, incesantemente
devino en una imagen cada vez más literal en la segunda versión
de Terminator, pero también se acentuó la posibilidad de jugar
con los presupuestos del potencial espectador, resignificándolos para
su mayor disfrute.
A pesar de que con aquella segunda parte Cameron aseguró muchas veces
haber terminado de contar la historia que quería contar, durante mucho
tiempo tuvo en mente hacer una tercera Terminator. Incluso se llegó a
reunir con el elenco original Linda Hamilton, Arnold Schwarzenegger, Edward
Furlong y Robert Patrick para hacer algo llamado T2 3-D: Battle Across
Time (1996), como parte de una atracción en tres dimensiones de los estudios
Universal de California, Florida y Japón. Pero cuando los productores
Mario Kassar y Andy Vana se aseguraron los derechos de Terminator y comenzaron
a intentar llevar a cabo esa tercera parte, se encontraron con la negativa de
Cameron y, al mismo tiempo, el no de sus protagonistas sin Cameron a bordo.
Bastaron 30 millones de dólares para convencer a Arnold, pero Linda Hamilton
decidió quedarse afuera de la nueva versión. Con tanta gente
metida en el trato, hacer una tercera parte de Terminator no era negocio para
mí. Porque, a menos que tengas una buena historia para contar y yo no
la tenía, la única razón para hacerla es el dinero. Y estoy
en una posición en la que puedo hacer más dinero con cualquier
otro proyecto que con una tercera parte de Terminator, confesó
recientemente el director. La única razón que me quedaba
para acceder a realizar este film era una especie de orgullo de autor, del tipo:
Esta es mi creación y sólo yo debería hacer la tercera
parte. Pero es una razón demasiado estúpida como para perder
un año y medio de tu vida en medio del infierno tratando de hacer una
superproducción.
MAQUINAS
Si yo
tuviese que hacer una novela de Terminator, expandiría la idea de un
Cristo-cibernético, en donde Skynet manipulase toda la situación,
explicó alguna vez Cameron, refiriéndose a la supercomputadora
que rige su mundo del futuro, de donde vienen los exterminadores. Lo que
no se sabe en las películas es que Skynet fue forzada a pelear la guerra
nuclear, aunque no quería hacerlo. Y como Skynet se ha sentido culpable
durante treinta años por los cinco mil millones de personas que aquella
guerra exterminó, rescata a los rebeldes de sus cenizas al darles algo
contra lo cual pelear, una razón para vivir. Skynet crió a John
Connor hasta que llegue a ser lo que es, así puede destruirla regresando
en el tiempo, haciendo que todo desaparezca y evitar de esta manera que la guerrasuceda.
Así explicó el trasfondo de sus dos primeras Terminator, dos películas
en las que un asesino del futuro llega al presente con la misión de asesinar
al líder de la resistencia humana contra las máquinas. Junto con
el exterminador también llega un aliado, que en la primera película
-donde se intenta matar a la madre del líder antes de que lo conciba
terminará siendo el padre de Connor, y en la segunda es nada menos que
el mismo modelo de Terminator que en la primera.
Poco se sabe aún de la inminente tercera parte, en la que todo vuelve
a repetirse. Sólo que John Connor interpretado por Nick Stahl,
en lugar de Edward Furlong, que según parece tuvo unos problemas con
las drogas antes de comenzar el rodaje y recibió la tarjeta roja
ahora tiene veintidós años viviendo fuera del sistema, así
ninguna computadora puede saber que existe. Su madre ha salido de escena recuerden:
Linda Hamilton no quiso formar parte de este proyecto y la contraparte
sensible del film está protagonizada por Claire Danes, aquella Julieta
del Romeo/DiCaprio, que hace las veces de interés romántico del
joven John. Que será defendido por otro Terminator modelo T-1000 Arnold,
o sea contra el nuevo y mejorado modelo T-X, también conocido como
la Terminatrix. Con algo de Especies (1995), aquella película en que
Alien tenía el irresistible aspecto de una supermodelo, la nueva T3 promete
toda la acción capaz de entregar un presupuesto que seguro que ha superado
los 170 millones de dólares anunciados inicialmente, con lo que tal vez
sea la película más cara de la historia.
Con Jonathan Mostow en el sillón del director y toda la estampa de un
viejo modelo del cine de acción como Schwarzenegger contra la nueva generación
T-X, las críticas que se pueden leer en Internet antes de su estreno
mundial están lejos de ser devastadoras. Y eso que algunas de ellas fueron
escritas por fanáticos confesos de Cameron. Se habla de un comienzo algo
débil, pero de persecuciones inolvidables (atención con
la escena de la grúa, se dice por ahí una y otra vez). Y
también se celebra una buena historia. Incluso se habla de una T4, con
un anticipo en el que aparece Arnold diciendo la frase: Ella volverá.
Hasta allí los anticipos. Pero lo más interesante es la oportunidad
que tiene la saga de reclamar para sí la idea de un futuro dominado por
las máquinas, una idea copada ahora por The Matrix. Si Terminator llevó
al cine el mejor imaginario de la ciencia ficción clásica, Matrix
hizo lo propio con la generación cyberpunk. Ambas, sin embargo, imaginan
un futuro con una bota mecánica aplastando un rostro humano, incesantemente.
Ambas, también, coquetean con la rebelión. Habrá que ver
si John Connor puede estar, después de tanto tiempo, a la altura de Neo.
Y asegurar que la cuchara existe. Tantas veces como su Terminator es capaz de
decir: Volveré.
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