Lanzamientos animados de allá y acá vencen la resistencia de las ménsulas. En simultáneo a su actuación en Lollapalooza, que marcó uno de los puntos más destacados del festival, apareció el disco epónimo de la viajada St. Vincent: la edición deluxe incluye cinco temas extra de art rock para las masas festivales. Otro indispensable disco autotilado es The Velvet Underground, el tercero del clan, primero sin John Cale, que fue relanzado a 45 años y pico de su aparición original. Alcen las barreras para lady Madonna: la reina inclaudicable del pop agita en Rebel Heart, galería de temas bailables y baladones con brillantina con feats de Chance The Rapper, Nas y... Mike Tyson. Fall Out Boy disecciona las dos caras de la misma moneda verde en American Beauty / American Psycho, le dedica una a Uma Thurman y busca su lugar en el nuevo pop inocuo para estadios. También Kid Rock despliega yanquifilia: “Quiero ser tu Johnny Cash”, admite en uno de los temas de First Kiss, disco blando para la generación Glee, con chicas bajando de buses escolares y primeros besos. Alejándose de la estela de Adele, la cantautora británica Rumer orilla en las músicas negras en su nuevo disco, Into Colour. Y en las bateas locales se agolpan discos de bandas de rocanrol, blues y funk para bares como Media Octava (Anacrónico) junto a solistas de distinta extracción: Nicolás Pauls despliega su gracia como cantautor por el camino spinettiano en Comienzo, Julián Mourin se conecta con el universo en Sur solar y Fernández Pereyra bombea en Sexo y política, a mitad de camino entre Sabina y Las Manos de Filippi. L.P.