Lo raro y mágico de las bandas tributo es que el público que las frecuenta quiere que suenen y sean idénticas al “objeto tributado”. Con la melancolía no se jode y, por eso, cualquier grieta en el espejo del grupo original –un solo fuera de lugar, un acorde apenas pifiado, un cantante que habla de más– puede destruir el hechizo y hacer que la noche termine a tomatazos. No la tienen tan fácil los tributeros. Quizás por eso es que resulta simpático lo que confiesa Mariano Albergoli, cantante de Sobredosis de Soda, la banda tributo a Soda Stereo más importante de la región. “De chico imitaba a Cerati haciendo que tocaba la guitarra con una escoba; y durante muchos años estudié cada uno de sus movimientos. Homenajear a un artista así es meterse con una línea muy fina. Siempre me termino diciendo: ‘No te subas al caballo, no sos Cerati’.”

Hijo de padre folklorista, vio la luz a los 8, cuando su mamá le regaló Signos en casete. Se enamoró de la búsqueda de Soda de un sonido a lo largo del tiempo, un rasgo que definió sus gustos musicales. Cuando arrancó con la banda, en 2005, los Soda se habían separado y la idea de tributarlos picó enseguida, porque empezaron a contratarlos de todos lados. “Al principio a los tributos se los juzgaba como un curro”, admite. Entre 2006 y 2009 giraron por el país (“Llegamos a pueblos que ni sabíamos que existían”, dice) y no tenían techo. A partir de 2010 viajaron a Honduras y en 2012, a Ecuador y Colombia, como teloneros de Vilma Palma e Vampiros. Hicieron cuatro shows en La Trastienda y cinco en Samsung Studio, todos a sala llena.

En el medio, Mariano conoció a su ídolo en la filmación del clip de Rapto, de Fuerza natural. “Soy el enmascarado que abre el baúl donde está atrapado Gustavo”, explica. En el rodaje, Cerati lo encaró: “Agradecé que no te hicieron subir al caballo”, al que Gustavo aparece montado en la tapa del disco, bromeó. “Después tuvimos unas pocas charlas en las que me contó que lo entusiasmaba la idea de que alguien lo interpretara como banda tributo”, se acuerda Mariano, que tiene un grupo, Zahorí, que va por el segundo disco.

Con pelo ondulado, tirando a rulamen, gestos tranquilos y andar “ceratiano”, Albergoli logra en escena una mímesis bastante fiel. La virtud en este caso es querer parecerse “hasta ahí nomás”, sin cruzar la línea finísima que lo separa de un incendio posible. “La gente se emociona, se mete en un túnel del tiempo que dura tres décadas; los más jóvenes evocan una banda que no pudieron ver y los más grandes reviven su adolescencia.”

El día que Cerati murió, Albergoli estaba ensayando con Abril Sosa, a quien acompañó como violero en su etapa solista. “Recibí un mensaje en el celular y me puse a llorar como un nene. Lloré todo el día. Lo vi dos veces en mi vida y para mí fue como que se muriera un amigo”, cuenta. Esa noche, un productor de tevé de aire lo llamó para que fuera a cantar un tema de Soda. Lo sacó carpiendo: “A ver si me entendés... yo no elegí a Soda por querer pegarla... yo jugaba a ser Cerati desde los ocho años”, le contestó. Seis meses después, tenían pautado un show en La Trastienda y no quería tocar. Lo convencieron y terminaron donando la recaudación a un comedor con el que colabora el bajista de la banda. Desde la muerte del ídolo, los shows tienen una emoción especial: “En uno de los últimos recitales, una chica en la primera fila lloró desde el primer al último tema”, asegura. Para 2015, tienen una gira por Ecuador, a fines de abril, y viajes a Bogotá y Medellín en agosto. Antes, tocan en el Teatro Vorterix: “La idea para nosotros es celebrar al artista y que Gustavo nos haya dejado un montón de canciones hermosas”, agrega. Si las bandas tributo sirven para eso, bienvenidas sean.

* Viernes 10 en Teatro Vorterix, Federico Lacroze 3455. A las 20.