PROYECTO VERONA Y EL ORDEN DE LOS FACTORES
Primero el pop
”Pensábamos en ser una banda tipo Radiohead, que era como la cumbre; pero cuando empezamos a tocar nuestras canciones el inconsciente hizo lo suyo y surgieron cosas... flamenco, por ejemplo.” Verónica Verdier –cantante y “alma madre de la criatura”, según su propia definición– explica el fenómeno de la metamorfosis cíclica que la banda en cuestión, Proyecto Verona, parece tener embutido en su genoma. Nacida como un dúo de pop electrónico hace un par de años y luego de la partida a España del otro miembro fundador (Andi Bonomo), PV se reformuló y por eso la presentación de su álbum debut será al mismo tiempo el estreno del nuevo plantel de cara al Apertura 2003: Claudio Luliano en guitarras y los flamantes Federico Meier (bajo) y Roger Dehalaye (máquinas). El show (este sábado a las 21 en la sala AB del Centro Cultural San Martín, en una doble jornada que continuará el domingo con el jugoso trío guitarrero Flopa, Manza & Minimal, ver pág. 7) presentará oficialmente el disco Tontas promesas falsas, sucesor del explorativo EP Uno; además de los clips de las canciones “Adolescencia” y “Ultimo intento”. “Proyecto Verona, hoy, es la banda hija del Proyecto Verona anterior. No es un plan solista, porque el funcionamiento es de banda, aunque yo soy la que sostiene las cosas. Ya el génesis de la banda había sido nebuloso: la gestación, juntarse, crecer... no nos pasó como a Soda Stereo en los ‘80, que cuando se formaron ya hasta tenían listo el look. Proyecto Verona, a lo largo de un proceso orgánico, fue convirtiéndose en lo que es.” ¿Y qué es? “Ah, no”, evade Verónica. “Puedo decir que hacemos pop electrónico y no electro-pop (no ponemos primero lo electrónico), pero nada más. Hacemos canciones. Siempre son mucho más divertidos los nombres, las clasificaciones y las etiquetas que ponen los críticos y los periodistas. Así que yo no digo más nada.” Ok.
JAVIER AGUIRRE