SHONA ARMA SU L’EGO
En su segundo disco, indagan en magias y misticismos.
› Por Julia González
En un viaje a Los Angeles, Ailin Rey e Isabel di Campello, de Shona, fueron a ver a Warpaint. “En 2009 no la conocía ni Magoya a la banda. John Frusciante les había producido un disco, era novio de una. Y yo dije ‘Nunca se sabe...’” Isabel había comprado un libro de poemas para regalarle al guitarrista si se lo encontraba. Y fue nada más entrar al show para que él apareciera a su lado. “Estaba ahí”, dice, como si hubiera sido parte de un encantamiento previamente dispuesto. Por eso Shona es el femenino de este John a quien atrajeron con el deseo del encuentro. En la vida de Shona prevalece la magia.
L’ego, el segundo disco del cuarteto, tiene diez canciones entre el hip hop, la balada, la electrónica y el rock. El disco es camaleónico, pero con un mismo grito tribal de mujeres, trabajado en las perfectas melodías vocales y en concordancia con la percusiones. Hay una meditación interna, transversal a los temas, y de ahí surge la misión de Shona, que pareciera trascender las canciones, como si la música fuera una excusa para manifestar el espíritu. Braceando su búsqueda, hay elementos chamánicos, adoración a la montaña, hechizos, poesía y Tarot. Y pasado un tiempo del encuentro con Frusciante, se enteraron de que Shona es el nombre de una tribu al sur de Mozambique y Zimbabwe.
Ailin (guitarra y voz) e Isabel (guitarra y voz) empezaron Shona como un dúo cuando compartían clases de danza. Pero la formación se amplió cuando confluyeron los cuatro en los talleres de Psicomagia y Tarot de Cristóbal Jodorowky. “Estábamos a full en esos momentos, con el Tarot, la psicomagia, el chamanismo, los rituales”, cuenta Isabel, quien supo también administrar Fe, un espacio de Ciencias Ocultas y Alternativas en el Patio del Liceo.
“Un fin, que es muy importante, es tratar de evolucionar, sanar cosas y estar bien para poder conectar más profundo y poder dar realmente lo que somos”, dice el percusionista, Lucas González Gartner.
En vivo, tocan con las cartas y hacen actos psicomágicos que, según Alejandro Jodorowky, creador de esta y tantas otras locuras, es “como darle una amorosa patada en el culo a la realidad”.
El universo Shona incluye tormentas devocionales, viajes a Venezuela para entregarse a los actos poéticos de los chamanes en la montaña, viajes a la India, canciones consagradas al Tarot y a los egos unificados que los fortalece como banda, tocadas impecables, idas al campo para grabar, y una poesía dedicada al disco, escrita por la bajista, Juana Peralta Ramos: “(...) Se canta el tiempo necesario hasta que suceda la magia. Se recogen las perlas que el escorpión trae del fondo de las aguas oscuras (...).”
* Viernes 19 en El Universal, Pasaje Soria 4940. A las 21.
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