KRYPTONITA, FIN DEL RODAJE
La adaptación al cine de la novela de Oyola promete revolucionar la manera de entender los comics en el país.
› Por Hernán Panessi
Leonardo Oyola está ahí, entre la gente, acovachado pero gigante, conteniéndose para no romper en llanto. En el último piso del Hogar San Martín se están rodando las escenas finales de Kryptonita, lo que será la adaptación en cine de su novela más celebrada. Nicanor Loreti grita: “¡Corte, buenísimo!”, y Oyola se agarra fuerte de una silla de plástico. En el fondo, Oyola, siempre escritor, a veces crítico de cine y eterno hijo célebre del oeste conurbano, entiende que lo que está sucediendo es algo mítico. Hubo una pelea y la cosa, parece, está salada. Acaban de herir a Nafta Super de un botellazo: la magulladura es casi mortal. El resto de la banda le sugiere retirarse o la tendrá difícil. La ficción engolosina todo aquello que alguna vez imaginó Oyola, luego fue un documento de Word, después un libro y ahora, no sin antes embadurnarlo de épica, será película.
A Nafta Super, que es el Superman del conurbano, que es Juan Palomino vestido de jogging y camiseta, le dicen Chuperman. A El Señor de la Noche, Pablo Rago, le dicen Bruno Noches. El clima en el set de filmación es de cofradía. Los héroes, por caso, vienen de una pelea policial y Leo Oyola sigue aguantándose para no llorar: “Estoy todo el tiempo al borde de las lágrimas”, comenta y asevera las sospechas. “La primera vez que cené con ellos caracterizados le pedí a mi mujer que me dijera por favor si no estaba hablando solo”, agrega. Ellos: Lady Di (Wonder Woman), Ráfaga (Flash), Juan Raro (Detective Marciano), Faisán (Linterna Verde), El Señor de la Noche (Batman) y Nafta Super (Superman). Ellos: La Liga de la Justicia de este elseworld del oeste y de la calle; de malandras y sensibles; de Isidro Casanova y argentinos.
El rodaje está llegando a su fin, sólo faltan unos puchitos con chroma key. Es la última escena de Kryptonita, la película que promete revolucionar la manera de entender a los comics en el país. ¿Qué onda? Figúrense a La Liga de la Justicia en Isidro Casanova. ¿Les gustó? Smallville, un poroto. Por caso, en vías de la inmersión del personaje, el actor Lautaro Delgado (la travesti Lady Di) fue a bailar a Jesse James. “A patear”, corrige Oyola. En el set, un problema de palomas impide avanzar. Fueron cinco semanas intensas, el cansancio se hace sentir. “¿Me ayudan a resolver este tema con las palomas?”, pide Nic Loreti a su jefe de producción. “Las palomas no se van porque son fanáticas de Sofía y Juan Palomino”, bromea Pablo Rago. Palomas, Palomino. Hay risas, punto para Bruno Noches.
“Es mi gran apuesta, la más grande en mi carrera”, desliza Jimena Monteoliva, productora de Crudo Films, responsable de Kryptonita. Ella acaba de estrenar All Night Long, su primera película como realizadora, en el Fantaspoa de Brasil. Está algo preocupada por algunas burocracias del cine pero en el fondo sabe que esto no puede fallar. La conjunción de buen libro (Kryptonita fue el mejor de 2011), autor prestigioso (Oyola es celebrado aquí y allá), director pop (Loreti viene de dirigir Diablo y Socios por accidente), temática popular (los superhéroes son el nuevo mainstream), abordaje novedoso (J-LA en el conurbano profundo), actores de primer nivel (a los mencionados se les suman Diego Capusotto, Diego Cremonesi, Luis Ziembrowski y hasta figuras populares como Carca) y un presente favorable para el cine fantástico nacional (nunca hubo tanta ni tan buena producción del palo) allanan el camino.
Los héroes aguardan tras la puerta. En el monitor, todo está fríamente calculado. Las manos de Mariano Suárez, aquí cámara, otorgan precisión quirúrgica para vestir estos momentos simpáticos en absolutamente dramáticos. Afuera, en una escena que ya fue filmada, una redada policial aguarda como lobo a su cordero. “Cada uno de ellos está increíble”, suma Oyola, sin salir del éxtasis. Faisán (un Nicolás Vázquez irreconocible, con remera de Laferrère y jogging suelto) abre una puerta con Cuñataí Guira (Sofía Palomino) en brazos. Detrás ingresan Lady Di, El Señor de la Noche y Juan Raro. “Grandote, si no te tomás el palo ya de acá te la van a dar”, le advierte El Señor de la Noche a Nafta Super. Todos dicen lo suyo, se genera una tensión. “Corte.” Hay aplausos: Pablo Rago terminó su participación en la película. Resta un rato de rodaje, sobra la fe.
Debajo, en las entrañas de ese monstruo arquitectónico llamado Hogar San Martín, no hay tiros, superhéroes o supervillanos. El sonido del tren asoma apacible desde el horizonte y una cumbia santafesina pone picante a la frialdad de sus pasillos. La película se estrenará en enero y ya circulan algunas imágenes: ni los actores, ni los productores, ni el autor, ni el director, ni los lectores, ni los futuros espectadores pueden más. Los ojos de Oyola se cristalizan porque, aunque no lo diga, sabe que Kryptonita promete levantar la vara y dejarla tan alta que ni un pájaro ni un avión ni Superman puedan bajarla jamás.
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