Jueves, 13 de agosto de 2015 | Hoy
SUS PERSONAJES BRILLAN EN HISTORIAS COLORIDAS, AUNQUE DE A RATOS NAïVES.
Por Sergio Sánchez
Ni trova rosarina ni cubana. ¿Trova porteña, entonces? Santiago Azpiri, cantante y guitarrista de Pequeña Orquesta de Trovadores, cuenta que el nombre del grupo no hace alusión al género musical, sino al arte de contar historias cotidianas. “Tiene que ver con que siempre en las canciones aparecen historias y personajes. El formato canción nos permite contar”, explica sobre estas historias divertidas, coloridas, por momentos naïves.
En lugar de un trovador al frente con su guitarra, una “pequeña orquesta” se hace cargo de las canciones. “Cuando empezamos fantaseábamos con orquestar más, pero el grupo fue mutando. Lo pensábamos como una orquestación más clásica, pero fue cambiando a una propuesta más eléctrica”, relata.
El grupo acaba de publicar su segundo disco, Tauro, en el que si bien sigue predominando el sonido acústico, la electricidad ganó terreno. “Fue un proceso bastante natural. Del primero al segundo cambiaron algunos miembros de la banda. Se sumaron Agustín Yabra, que toca el piano y el acordeón, y Martín D’Adamo, que en el primer disco tocaba guitarra acústica, pero ahora tocó la eléctrica. Además, aparecieron sintetizadores, un theremin y los temas se prestaron a esos colores. Se nos abrió un mundo nuevo para explorar”, dice Azpiri. El combo se completa con Verónica Gerez en voz y ukelele, Diego Rodríguez en contrabajo y coros, y Francisco Paz en batería y percusión.
El post Cromañón, entre otras cosas, hizo que las bandas y músicos tuvieran que inclinarse hacia formatos desenchufados, debido a las restricciones de los lugares. De a poco, muchos propuestas empezaron a reelectrificarse, aunque tal vez no siempre por un proceso consciente. “Si bien es cierto que ahora están volviendo a haber lugares para tocar más fuerte, con más volumen, no tuvo que ver con eso el cambio. Fue algo que pidieron las canciones. Incluso, si te ponés a escuchar las del primer disco no sé si hubiesen llevado un theremin o un sintetizador”, se distancia Azpiri.
El grupo pone eje en la canción y eso les da la posibilidad de tomar elementos del folklore, del jazz (presente en los arreglos), el rock y otros estilos. “Nuestro formato de canción es bastante amplio. Las canciones no siguen todas una misma línea, un mismo estilo, sino que están abiertas”, resalta el músico. “A la sala de ensayo llega uno con una canción, con un formato determinado, y ahí se abre a otras cuatro cabezas y espíritus; entonces, puede ir para cualquier lado. Tauro era una canción que Vero tocaba sola con el ukelele y cuando llegamos al estudio la produjimos de manera diferente, entre todos.”
Parte de eso responde, claro, a las trayectorias diversas que conviven en la banda: “Venimos de diferentes palos. Yo de pibe tenía una banda de punk, Martín tuvo bandas de rock y pop, Agus tuvo proyectos orientados a la canción, al folk. El bajista tiene una banda muy rockera y el batero una de funk y otra de blues. Pero el rock siempre estuvo, todos crecimos en los noventa”.
* Sábado 15 en Café Vinilo, Gorriti 3780. A las 23.
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