La casa sueca Teenage Engineering sacó una línea de tres microsintetizadores: Rhythm (sinte de ritmos), Sub (de bajos) y Factory (de melodías, con diversos estilos de reproducción de arpegios y acordes). Los tres son secuenciadores de 16 pasos, con capacidad de modificar parámetros de timbre, compresión y sobregrabación de efectos, incluso en tiempo real. O sea, una fiesta interminable de posibilidades en el bolsillo. El Rhythm, por caso, contiene sonidos sintetizados de batería reales, sampleos de percusión y 16 efectos, incluidos delay, distorsión, filtros y barridos.

Así como es extraído de su cartón contenedor, instrucciones simples enseñan los primeros pasos para su manejo. Al presionar se ejecutan los patrones pregrabados que incluye cada Pocket Operator (PO). El botón modifica el tempo, que puede ser ajustado manualmente con una de las dos perillas. Ultra flashero, y es sólo el comienzo. Pueden armarse patrones de cero, eligiendo entre los 16 sonidos, marcando los pasos que se desean activar y procesando sobre la marcha con distintos efectos. Cada PO contiene entrada y salida mini-plug, que permite interconectarlos y sincronizarlos.

Los PO están lúcidamente diseñados en una sola placa de circuito. Al ubicar todos los componentes vitales y sensibles bajo la pantalla LCD –que remite a los juegos electrónicos portables de los ‘80–, no hay necesidad de caja contenedora. El sitio de Teenage Engineering explica que gracias al ahorro de este costo, utilizan “componentes de alta calidad para garantizar el mejor sonido posible y muy bajo consumo de energía”. De hecho, funcionan con dos pilas AAA. Y de paso, el espacio debajo de la pantalla hace de amplificador de un mini parlante incorporado, que lo hace disfrutable incluso sin auriculares. Cada bicho de estos es súper versátil y, por un costo de 59 dólares (y unas chirolas por el envío), puede volverse ciertamente la nueva adicción de la electrónica deforme y psicodélica.

* Teenageengineering.com/products/po