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Jueves, 31 de julio de 2003

EL NUEVO PROGRAMA DE ASHTON KUTCHER

¿No serás muy punk, vos?

¿Qué tendrá Ashton Kutcher? En unos meses, el ex “That 70’s show” se volvió un emblema cool del Imperio Americano, mostrando su abdominal del tipo “caja de ravioles” en tapas de revistas. El muchacho abona al mito: fijó fecha para casarse con Demi Moore y promociona una cruzada antifamosos en la última apuesta de MTV, “Punk’d”, que se estrena mañana a las 16.30. Prometía una paliza a los stars poseedores de autito de 250 mil dólares o mansión tasada en millones. Sería: de cómo la alfombra roja deja de tener glamour. Ashton había proclamado, en la apertura, que irían a sufrir sus bromas negras: embargarle la casa a Justin Timberlake por evasión de impuestos o robarle al novato Frankie Muñiz su “fabuloso” Porsche. ¿Las razones para tanta maldad? Quiso sacarle el brillo al mito y volverlo tan sucio como el recurso de la cámara oculta. El chico lindo estaba cansado de que lo confundan con “uno de ésos” y ya no quiso formar parte del colectivo celebrities listas para posar.
Basta recordar a los verdaderos teleterroristas de MTV (Tom Green o la tribu “Jackass”) para que sus bromas de estudiantes dejen de tener gracia. Esta es la tomada de pelo más promocionada de los últimos tiempos, pero no exactamente al famoso. “Punk’d” iba a ser la gran novedad de la temporada, con su legión de ricos y bellos castigados por triunfar. “Vea a sus estrellas favoritas ¡en baja!”, prometía el manjar para fans devenidos en verdugos. La trampa que se les dedica es de índole monetaria (robarles, incautarles...), y Kutcher llega siempre antes de la crisis de nervios o el llanto. Después de que Tom Green construyera la estatua del coito de sus padres (en el jardín de la casa de sus padres), después de que Johnny Knoxville (“Jackass”) se ametrallara con balines hasta sacar sangre, después de las estacadas de Michael Moore a las corporaciones, las “bromas pesadas” de Kutcher parecen caricias al ego de las estrellas. Ahora hasta se pelean por salir en “Punk’d” y repetir junto al carilindo la frase del final: “¡Qué punk que soy!”.
En su primer capítulo, un movilero de ocho años hace preguntas desubicadas, pero lo que se ve es una versión mal terminada de “CQC” con el pibito confundiendo nombres y apellidos. En el bastidor, Kutcher se ríe mucho y se frota las manos para acompañar la mentirita. Justin Timberlake, embaucado por un falso agente impositivo, imposta el gesto de bobito y llama a mamá para pedir consuelo. El conductor aparece, y el famoso cambia el rictus ofendido por un insulto leve. Final anunciado, palmada, abrazo entre amigos (famosos) y sentencia para la coronación: “¡Caíste!”. Kutcher había prometido que se los vería, por un minuto, tirados en la deshilachada alfombra roja. El chico punk de la nueva era terminaría con la casta de los privilegiados. Pero en el país de Michael Moore y la tribu “Jackass” se parece a un aprendiz jugando a ser muy malo, proclamando en el copete su lección moral al figurín y mostrando, apenas, la “jodita”. Lo nuevo de lo nuevo se parece demasiado a “Videomatch”.

JULIAN GORODISCHER

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