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Néstor Ramljak, cantante de Nonpalidece, se cruza en la calle con un vendedor africano de relojes. Después de charlar un rato, le termina dando un volante y un abrazo. “Es de Senegal; lo invité al show, se va a llenar de relojeros, vas a ver”, festeja, y cuenta que la banda más importante de ese país, Daara J Family, tocará el 3/10 en el megafestival de reggae que Nonpa está organizando en Platense. “Hicimos todo autogestionado y pudimos controlar el precio de las entradas, que se empezaron a vender a 100 pesos y tienen un tope de 200”, explica. El concierto de Nonpalidece en tierra calamar será un prólogo de los 20 años que el grupo cumplirá en 2016, y tendrá más invitados internacionales que se suman a los locales C4: Ponto de Equilibrio (Brasil) y Kenyatta Hill (Jamaica).

“Este año nos habíamos propuesto dos objetivos: llevar Activistas, nuestro último disco, de gira por Centroamérica; y hacer un concierto grande. Al principio íbamos a tocar solos en Platense, pero nos dimos cuenta de que podíamos armar algo diferente, un festival autogestionado, con gente amiga. Era hacer 150 mil shows en La Trastienda, por decir un número ridículo, o jugarnos en serio a organizar algo en vistas a nuestros 20 años. Estamos proponiendo un show internacional. Nos debemos levantar la bandera del reggae: por eso hacemos esta fiesta, con estos artistas, a precios populares.”

¿Cómo es que traen una banda de Senegal?

–Es que estuvimos a punto de viajar allá cuando explotó el tema del virus del Ebola. Teníamos una fecha pautada en Dakar con Daara J Family, pero se pudrió todo. Lo bueno es que pudimos tramitar las visas de ellos para que vinieran por primera vez y todo indica que en algún momento iremos allá.

¿Hoy buscan un sonido más emparentado con el rock y no tanto en la dirección del dub o el reggae dancehall?

–Desde el comienzo quedamos fascinados con el sonido y la formación del roots, que es el reggae “de raíz”, el más combativo, asociado a la década del ‘70, con The Gladiators, Israel Vibration, Horace Andy, Bob Marley, Peter Tosh. Musicalmente, a mí me sigue conmoviendo esa escena. Digamos que hoy estamos más cerca de un reggae-rock, un sonido más guitarrero que de sintetizadores. Generacionalmente también venimos del rock. Ya somos cuarentones...

Hace cinco años decías en este suplemento que el reggae estaba “algo estancado”. ¿Seguís pensando igual?

–El tema del estancamiento que sentía en ese momento, y que quizás siento todavía, es que muchas bandas del género se concentran en lugares que no deberían, en el look, en formar un grupo numeroso porque en teoría el estilo así lo demanda. Entonces me pasa de ver bandas y pensar “Esto ya lo escuché”. Está bueno buscar un giro lírico y poético.

¿Entonces no queda nada por inventar?

–Es muy delgada la línea entre ser un vanguardista y ser un pelotudo. La vanguardia no es mezclar cosas locas, te tiene que salir bien y con criterio. No es que sos re vanguardista porque tocás reggae con gaitas y hacés “un reggae-polka re loco”. No estoy en esa búsqueda: no me aburre el género y creo que tiene muchos recursos dentro de la música negra.

¿A los referentes del género en la Argentina se les fue un poco la mano con todo lo que implica la ideología del rastafarismo?

–Es que de repente están bajando una línea ortodoxa súper rastafari. Cuando uno se pone muy extremo, pierde un poco los matices. Yo me siento un rasta del corazón. Hace muchos años he adoptado cosas del rastafarismo en mi vida: soy vegetariano, no fumo tabaco. Pero también pasaron los años y me fui relajando.

* Sábado 3 en Platense, Juan Zufriategui 2021. Desde las 16 con Daara J Family, Ponto de Equilibrio, Kenyatta Hill y C4.