“Es lindo sentir que Sepultura se transformó en símbolo cultural brasileño, junto con el fútbol, la bossa nova o Ayrton Senna.” Tocado por el 30º aniversario del cuarteto pesado, Andreas Kisser se sincera y consume el alimento de la historia. “Uno de nuestros mayores logros fue habernos abierto camino entre bandas europeas y norteamericanas. Me acuerdo de cuando fuimos a Indonesia, en 1992, con la gira de Arise, ¡parecíamos Los Beatles! Siempre fue un sueño ir a Nueva York o Los Angeles, visitar lugares históricos. En Brasil nos empezaron a prestar atención cuando vieron que estábamos en las tapas de las revistas de afuera. Todavía amamos lo que hacemos, de lo contrario es imposible seguir en la ruta”, recalca.

Desde un sofá en The Roxy Live, el guitarrista que se sumó al grupo en 1987, dos años después de su fundación, explica de qué va Sepultura Under My Skin, el sencillo lanzado este año digitalmente y en vinilos de 7 pulgadas, a propósito de su aniversario: “Es para los fanáticos, principalmente los que tienen algún tatuaje de Sepultura, sea el logo, una tapa o hasta nuestros rostros. Los tatuajes ya no son cosa de criminales”, explica.

“Pasaron casi tres generaciones, los cambios fueron intensos y rápidos. Sobrevivimos desde el vinilo hasta las descargas, pasando por el casete y el CD, cambios de estilo, MTV y tantas cosas, pero todavía tocamos en los mejores festivales del mundo. Los cambios son naturales, el espíritu de Sepultura siempre fue buscar cosas nuevas.”

Su último LP publicado –tal vez el mejor de esta última etapa– es The Mediator Between Head and Hands Must Be the Heart (2013) y fue producido por Ross Robinson, quien había colaborado en Roots, un álbum súper personal que marcó el destino de los segundos ‘90, y el último con los hermanos Cavalera, la formación clásica y más potente. Aunque tres de sus discos más recordados (Arise, Chaos A.D., Roots) hayan viajado desde el thrash hasta el nü, pasando por el industrial, el violero propone otra memoria: “Nunca nos importaron esas denominaciones, que fueron traídas por djs radiales y no por músicos. Sabíamos que había una nueva movida, que Deftones, Korn, Slipknot y Limp Bizkit hablaban de Sepultura como influencia. El metal se sigue renovando con los años; hoy es, sin dudas, el estilo más popular del mundo”.

A tono con su historia lírica, Sepultura habló no muy bien del Vaticano en ese último disco, a pocos meses de la asunción de Francisco. “Algo cambió, pero es todo una ilusión”, barre Kisser. “Es una buena persona, es popular y tocó un poco la estructura política. Pero es sólo una figura, como el presidente de Estados Unidos: la gente que controla está atrás. Lo fantástico que es El Vaticano arquitectónicamente fue construido con sangre, odio, saqueos... algo más parecido al Infierno que al Cielo. Ese es nuestro ataque con la música, sacar las cosas de un plano divino y traerlas hacia lo terrenal.”

* Domingo 11 en Teatro Vorterix, Federico Lacroze 3455. A las 21.