Jueves, 15 de octubre de 2015 | Hoy
LOS FUTUROS #36: SANTIAGO CORDERO
Veloz, ágil y fuerte, el wing encarna la renovación del rugby argentino.
Por Lucas Garófalo
Corría 2011 y Santiago Cordero miraba el Mundial de Rugby de Nueva Zelanda por televisión. Con 17 años y 70 kilos, el sueño de pasar al otro lado de la pantalla quedaba lejísimos. En esa época todavía jugaba de fullback, una posición en la que su velocidad se disimulaba un poco. En definitiva, el jugador de Regatas de Bella Vista era diminuto para los estándares internacionales, y además le costaba tacklear. El futuro era una imagen borrosa.
Hace un par de semanas, Pelusa –así le dicen sus compañeros– subió a su cuenta de Instagram dos fotos: una de 2012, flaco como un palo de escoba jugando para los Pumitas, y otra del presente, pura masa muscular, ya convertido en una de las figuras de los Pumas y del Mundial de Rugby en desarrollo. En esa transformación digna del Increíble Hulk no sólo ganó 15 kilos sino también nuevas habilidades. Definitivamente afianzado como wing, hoy Cordero es el arma mortal del seleccionado argentino.
Velocidad, agilidad y fuerza. En general, un deportista de alto nivel tiene que decidir cuáles dos de esas tres cualidades va a priorizar. Pero él las tiene todas. El try que le marcó a Georgia en la primera ronda –uno de los más lindos del torneo– quizás sea el ejemplo más evidente. Después de esquivar un tackle rival en mitad de cancha girando sobre su eje como un trompo, quedó pegadito al lateral y salió disparado. “¡Pelu, Pelu!”, se escuchó que le gritó un compañero, esperando un pase. Pura ingenuidad. Una vez que Cordero apretó el botón de turbo, no hubo nada más que hacer. Segundos más tarde, llegando al ingoal rival, un georgiano lo quiso frenar. Otro ingenuo. Apenas con insinuar un quiebre de cintura el wing argentino se lo sacó de encima, coronando un pique de 60 metros con cinco puntos para los Pumas.
Si históricamente la Selección argentina de rugby se caracterizó por su tenacidad para defender (la famosa “garra puma”), esta versión 2015 dirigida por Daniel Hourcade representa una pequeña revolución: su gran virtud es el ataque. Después de años de batallar contra las potencias en inferioridad de condiciones, el equipo parece haber hecho un click. Esta vez se puede. Basta de esperar: hay que ir a buscar. Y Santiago Cordero probablemente sea el jugador que mejor representa ese cambio de paradigma.
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