Jueves, 22 de octubre de 2015 | Hoy
OCTAVAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DESDE EL RETORNO DEMOCRáTICO
Pese a provenir de la “generación del rock”, los principales candidatos de cara a las elecciones de este domingo prefieren la música melódica, en tanto que apelan al rock como estrategia de fidelización juvenil, mediante concursos y festivales. Acá, un repaso por sus perfiles y los pedidos de un pequeño padrón de músicos locales para quien sea el próximo presidente.
Por Juan Ignacio Provéndola
“Pimpinela”, responde Scioli cuando le preguntan por su artista musical favorito. Sergio Massa elige a Arjona. Y Macri combina a Gilda con Phil Collins. Aunque vivieron juventudes contemporáneas a momentos de fuerte expansión cultural y popular del género en el país, ninguno de los principales candidatos a la presidencia (por la que también van Nicolás del Caño, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saa) se inclina por el rock.
No son de la generación de los padres horrorizados porque sus hijos escuchaban rock, como todos los presidentes desde el ‘83 a la fecha. Son, redondamente, la generación del rock. Sin embargo, sus gustos van por otro lado. No así, por supuesto, sus estrategias de fidelización: allí aparecen el megaconcurso Rockea BA bonaerense (que en año electoral se expandió por todo el país), la denominada Ciudad del Rock en Soldati y el Estadio Pipa, donde se intentó hacer el festival “Rock and Tigre”. Son apenas algunos ejemplos. Evidentemente, sus asesores fueron teniendo a estos candidatos al tanto de lo conveniente que resulta simpatizar con uno de los fenómenos culturales más fuertes de Argentina.
Cada proceso político se derrama por todo el tejido social. Lo influye y lo altera. Y el rock, no específicamente como música sino como dinámica de interacción cultural, se ve inevitablemente influido. Basta con revisar la historia para verificarlo: las dificultades de expresión en los violentos ‘70, las contradicciones morales durante la dictadura, el expansionismo en la primavera alfonsinista, la resistencia cultural contra el menemismo, y así. Esta era que acaba, que podría ser denominada kirchnerista (independientemente de su continuidad o no), estuvo atravesada por un hecho puntual: Cromañón.
Las consecuencias humanas de la masacre están a la vista. Y las culturales se resumen en la clausura instantánea de Cemento, la otra cara del monstruo cosido por Omar Chabán. Fue el fin de una manera de entender la cultura del rock. De consumirla y de construirla. Y el síntoma de lo que vendría: la clausura a mansalva de salas chicas e intermedias que asfixió el surgimiento de artistas emergentes. Como pocas veces, el rock argentino vio peligrar su movimiento de bases.
Cromañón reconfiguró, a su vez, una escena previa que se estaba macerando con fuerza: la de los megafestivales privados. Quilmes, Pepsi, Personal, Movistar y otras tantas corporaciones pusieron su capital al servicio de esta nueva plataforma de expansión. Con el objetivo de expandir, fundamentalmente, a sus propias marcas. El rock, en esta lógica, se convirtió en estrategia de marketing al servicio de una bebida o de un celular; en slogan de un bien de consumo ajeno. La falta de espacios genuinos de desarrollo empujó a muchos artistas hacia este abismo. Fue una grieta que la política también zanjó: la posterior proliferación de shows financiados por candidaturas y gestiones expuso al rock a un dilema moral sobre su existencia: ¿todo vale con tal de hacerse escuchar?
Hoy se ve, como pocas veces, una campaña con mucho ruido disperso y poca música articulada. Todo principio para caber en un tweet. En una combinación elemental de palabras. La precarización en la construcción de contenidos reduce al rock a un afiche, a un músico cantando en un spot, a una banda sonando en un acto de campaña. Algunos lo aceptan. Otros, incluso, buscan comprometerse un poco más. Pero no todos se sienten plenos: Ciro Pertusi, que alguna vez apoyó públicamente la candidatura del FIT, luego se sintió incómodo cuando el FPV usó una canción suya en un acto. Miss Bolivia fue más vehemente en su rechazo a que el PRO utilizara uno de sus temas. Polémicas que revelan tensiones propias de esta época.
Desde estas páginas se dio cuenta de un proceso inédito: el de colectivos de artistas que buscaron soluciones alternativas para la producción y difusión de la cultura del rock. El hombre evolucionó cuando dejó de mirarse el ombligo y avanzó más allá de su individualidad. Las luchas por la Ley de Centros Culturales en capital y la Ley de la Música son algunos ejemplos. Una es discutible; la otra, aún fallida. A eso hay que sumarle reclamos y acciones más militantes que operativas, pero lo mismo valiosas. Se trata de un trabajo en ascuas, pero que arroja pautas alentadoras hacia el futuro. Tal vez sea ése el camino que el rock deba desandar en lo sucesivo para no quedar reducido a la banda de sonido de una fiesta ajena. Y para, en definitiva, bailar por su propio sueño.
“Como toda gestión, la kirchnerista tuvo aciertos y errores. Su fortaleza debería ser reconocer ambos sin mirar para el costado. Creo sinceramente que el país creció muchísimo. Salimos de una muy compleja, no solo por el trabajo de la gestión, sino por el esfuerzo de cada familia, laburante y ciudadano, que con mucho sacrificio pusieron hombro para cambiar una realidad. Aún falta muchísimo y a veces siento que damos pasos para atrás con el tema de la poca honestidad y corrupción de algunos pocos, que afecta a muchos. Soy positiva y siempre espero lo mejor. Obviamente, no sabemos qué sucederá. Hay mucho rumor de devaluación, de cepo, del dólar, del default. Creo que eso siempre es negativo: nos ponemos a la defensiva y vivimos con miedo. Ojalá que el que venga tenga corazón para defender a nuestra patria, sangre y pasión por el trabajo que le toca hacer, amor por el país que tiene que representar, y sobre todo, huevos para ir para adelante.”
“Estos doce años nos enseñaron a estar más atentos con las fuentes de información. A preguntarnos con menos ingenuidad acerca de quién nos dice las cosas y por qué. Respecto a lo cultural, es inevitable pensar en Cromañón, ya que condicionó mucho a los artistas emergentes. Problemas de habilitaciones y clausuras dificultaron esto durante mucho tiempo. Ahora se reacomodó un poco. También creo que hubo poca tolerancia a las ideas diferentes. Bastante crispación. Se deben haber arruinado varias mesas en sobremesas familiares. No creo que se vengan cambios drásticos ni que volemos por los aires. Sí espero, en cambio, más unidad. Que se dejen de lado los fanatismos ciegos y que haya más autocrítica de todos.”
“Al margen de la afinidad o las discrepancias que uno pueda tener con el proyecto kirchnerista, es innegable que se cierra una etapa histórica para la política nacional. Hemos sido testigos del nacimiento y la consolidación de uno de los íconos más grandes de la política latinoamericana de los últimos años. Amén de esto, considero que es muy difícil el escenario que le toca a la gente, debido a la polarización extrema de la información y la opinión pública. Creo que es vital que haya un fuerte cambio en la forma de manejar esto. Que las partes se den cuenta de que, en el medio de esta guerra, hay gente, y eso debería ser la prioridad.”
“Hay muchas cosas buenas que no tienen que ver con el gobierno, sino con la lucha de mucha gente, como la Ley de Identidad de Género o la del Matrimonio Igualitario. Son milagros importantes que me llenan de alegría. Yo empecé en la música hace nueve años y me fue bien, toqué en todos lados, lo más que pude, pero mientras a muchos nos fue bien, a tantos otros les está yendo muy mal. Hay lugares donde el agua ya no se puede tomar. La cuestión con la minería es terrible y la represión policial también me asusta. El brazo armado del Estado está muy musculoso. El progresismo avanzó con cosas importantes, como el castigo a los genocidas, pero a la vez desaparecen chicas y la policía mata a chicos pobres. Eso pasa todo el tiempo. ¿Qué espero? Nada. Creo que lo importante es salir de la comodidad de la espera y ponerse firmes en contra de lo que se viene.”
“En lo cultural, estos doce años fueron muy fructíferos. No olvidemos que atravesamos Cromañón. Hubo que reconstruir sobre ruinas y llevó su tiempo. Creo que en los últimos tiempos hubo más oportunidades para los jóvenes, y desde el lugar que nos toca vimos facilitado nuestro camino con las nuevas herramientas digitales. También siento más protagonismo de lo nacional, lo cuál fue beneficioso para que bandas como la nuestra sean reconocidas. Para lo que viene, queremos lo mejor y somos optimistas. No hacemos futurología, pero hay sabor a una reestructuración de las naves para tener un buen desenlace. Aunque eso no será posible si, como sociedad, no hacemos un mea culpa de lo bueno y lo malo. Y, sobre todo, si no le metemos pasión y mucho trabajo a los proyectos. Esa es la única forma de crecer.”
“Lo más destacable de estos doce años fue la recuperación de la noción de Estado, que vi cómo rifaban durante mi adolescencia, en los ‘90. Los ideales que defendían mis viejos peronistas en los ‘70, con quienes viví exiliado en España, ahora están en el poder, algo que nunca pensé que sucedería. Me emociona lo que estamos viviendo: el enfrentamiento con las corporaciones y el poder económico, el impulso de políticas sociales y de la cultura. Y, sobre todo, la atmósfera ‘anticolonial’. Lo que sucederá de ahora en más va a depender de quién gane, lógicamente. Deseo que se aferren lo más firmemente posible a los lineamientos dictados por Cristina; quien ha sido, sin duda, una de las estadistas más lúcidas e inteligentes de nuestra historia.”
“Creo que esta era fue muy buena para la música en general: se crearon leyes, centros culturales, programas de capacitación y de mapeo de las situaciones, publicaciones, becas, incentivos. Siempre hay mil cosas que mejorar, como por ejemplo leyes provinciales de teloneo o regulación en los pagos, pero en materia de cultura crecimos mucho y espero que lo sigamos haciendo. Por ejemplo, generando y mejorando las condiciones de trabajo para los que hacemos arte. Quisiera que fuera más inclusivo, más abierto. Que todos los géneros tengan cabida, que se difunda y apoye más todo lo que pasa en nuestro hermoso, enorme y diverso país. A veces tengo miedo, para ser sincera, del futuro. Solo quiero que, quienes vengan, cambien lo que está mal, atiendan lo que no está atendido y continúen, o mejoren, lo que está bien hecho. El tema de la cultura a veces es un accesorio para algunos dirigentes. Lo ven como un gasto y eso me asusta.”
“Creo que estos doce años fueron los mas fructíferos en cuanto a conquistas sociales. Doce años de maduración democrática y de reparación histórica que supimos conseguir luego de años de tropezar con la misma piedra. Espero que, como pueblo, podamos ir hacia la obtención de más derechos y menos obligaciones. Espero la reparación histórica a nuestros pueblos originarios, espero que se prescinda de la minería contaminante como fundamento de progreso, espero más industrialización tecnológica, espero el tren de Ushuaia a La Quiaca, espero que la educación deje de ser repetición, espero que se trasciendan las figuras políticas de turno y que, finalmente, todo se afiance en el inconsciente colectivo... para ser libres.”
“Hace poco discutía con mi familia sobre el voto como ‘responsabilidad’, como obligación, sobre lo cual no estoy de acuerdo, más aún sabiendo que el no hacerlo está penado por la ley. A mí me interesan el bienestar de cada ser vivo, la justicia, el respeto y el amor. Y estoy totalmente convencida de que estas cosas no las voy a encontrar en ninguna propuesta que deba elegir de manera obligatoria. Tanto más lindo sería que cada persona que realmente sienta una convicción política, la defienda. Y que vote a quien realmente apoya. De modo que quienes ganen sean elegidos mediante lealtad, y no por miedo a ser penados si no lo hacen. No me gusta nada que provenga de una obligación y no de un deseo profundo. ¿Cuál es mi deseo profundo? Que nuestro país sea un lugar seguro para vivir, pero sobre todo que las personas se valoren como seres vivos unos a otros. Y ese mismo respeto hacia los animales. Mi única política es el amor y el veganismo.”
“En retrospectiva, no tengo dudas de que vivimos una época de transformaciones profundas, y deseo que sigamos avanzando. Nunca dejo de pensar que los individuos no alcanzan: se requieren esfuerzos colectivos y aunar fuerzas para crecer. Lo siento como el despertar de una larga hibernación. Todavía queda mucho para mejorar, muchos pibes por incluir. Desde el rock, es imposible estar ajenos. Tenemos que trabajar en conjunto, crear espacios e incluir para que nuestro arte se profundice y ayude a contagiar emociones. La música es un lugar de abrazos, de libertad, y es más fácil de llevar adelante desde el encuentro, dejando atrás la desolación a la que sabemos que no queremos volver.”
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