KAPANGA ESTRENA MOTORMúSICA EN EL LUNA PARK
Son independientes por primera vez en veinte años. Lo celebran con un disco nuevo. Y con una colaboración cumbre con Los Auténticos Decadentes que ya tiene eslogan: “Las dos bandas más fiesteras de la Argentina en una misma canción”.
› Por Mario Yannoulas
“Esto no es un ensayo general. Esto es la vida”. Una consigna de George Bernard Shaw que traspasó el mar y casi dos siglos para llegar, en un papelito, a la heladera del Pugliese, el estudio donde ruge el motor vital de los cinco integrantes de Kapanga. Un robot que toma mate y dos mandalas destacan en el mural del “callejón de los sueños”, el pasillo que conecta una discreta oficina con el quincho donde arden los asados y el ping-pong, pasando por la sala de grabación en la casa kapanguera de Don Bosco.
Decoran el búnker un pinball Miss-O, una foto con Iorio y dos jaulas de pájaros –“le regalamos dos parejas y seis kilos de comida”, filtra el baterista Maffia– y cuadros de Led Zeppelin, de Pink Floyd y del penal de Donadoni viajando hacia las manos de Goycochea en Italia ’90. El staff rearma filas porque el quinteto es, por primera vez en veinte años, un grupo independiente. “Hubo cambios en la industria. Lo que no cambia es la intención de todas las corporaciones, que quieren seguir viviendo de los artistas: los contratos de la venta digital son secretos –corta Maikel–. Y aunque en cuanto a editar y manejar un sello somos ultra novatos, hoy tenemos ganas de hacer esto”.
Se relamen con el lanzamiento de Motormúsica, su noveno disco de estudio, y con celebrarlo el 7/11 en el Luna Park. Además de ser su primer álbum editado de forma independiente, es el segundo con El Chávez como productor y sin la participación del exbajista y principal compositor de antaño, “Balde” Spósito. “Estuvimos en la búsqueda de la melodía perfecta –dice Maikel sobre la nueva intención–. Es un disco cancionero, pero no de fogón. Hay un 30 por ciento de ADN kapanguero y un 70 por ciento de otra cosa, más muchos invitados: compartimos temas con Fernando, de Catupecu; con Piti, de Las Pastillas; con Camilo Carabajal, con la exBandana Ivonne Guzmán y hasta uno con Los Auténticos Decadentes, o sea que las dos bandas más fiesteras de la Argentina están en una misma canción”.
Antes de que Kapanga fuera una opción, el Mono trabajaba en la pizzería familiar, Maikel daba clases de bajo y guitarra, Maffia pintaba casas y Prince era repositor de máquinas de café. No pensaban en tener una banda, ni siquiera eran amigos entre sí y esa falta de proyección generó... soltura: “Maikel todavía nos está haciendo la gamba”, bromea el Mono. Y el guitarrista devuelve: “Tocábamos con ritmo de cuarteto pero yo estaba con Jane’s Addiction, y al poco tiempo descubrí que sonábamos bárbaro, que podíamos hacer nuestras canciones y girar”.
Maffia: Se alinearon los planetas. Fue una respuesta al famoso decreto de Duhalde de cortar los boliches a las 4, y la gente se sintió identificada con el reclamo.
Maikel: No teníamos el disco editado. Habíamos repartido la canción en CD-R por las radios de la costa, por donde girábamos. Salíamos de tocar en los boliches, eran las 3 y media de la mañana y en la calle los pibes nos pasaban por al lado cantando la canción, sin saber que era nuestra. Era muy fuerte, tocamos un punto muy sensible, y eso, que en definitiva es el trabajo del artista, es difícil de lograr.
Maikel: La democracia se estaba reconstruyendo, la noche era el espacio en el que los pibes se expresaban, sobre todo a través de la cultura rock.
Maikel: En esa época lo argentino no estaba de moda, sufrimos el bullying de los que no sabían cómo etiquetarnos. Si es grasa que te guste lo nacional y lo popular, bienvenido: soy súper grasa.
Mono: En Buenos Aires está más esa idea de: “Ay, hacen ruido de acordeón”. Vas a Formosa o a Chaco y la gente escucha chamamé, folclore, cumbia y Iron Maiden, no tienen tantos prejuicios.
Maikel: Nosotros formamos un público completamente anti-moda: familias, pibes con remeras de los Baba, de Almafuerte o del Chaqueño Palavecino. Vienen a divertirse y a olvidarse de los rollos, con la música como terapia.
Maikel: Está bien militar. Yo estoy en el frente de artistas del FIT.
Mono: Yo no milito, yo Diego Milito. Néstor devolvió credibilidad e hizo militar a muchos jóvenes. Lo que dije fue que en unos años van a decir: “Qué capo que fue este chabón”. Y lo sostengo. Mañana, un montón me van a pegar, y otro montón me va a dar un beso en la mejilla. Está todo bien.
Maikel: Eso es la democracia, y eso es compartir. Todos los músicos tienen simpatía por algún movimiento. Está en ellos decirlo o no.
* Sábado 7/11 en el Luna Park, Av. Madero 470. A las 21.
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