Jueves, 26 de noviembre de 2015 | Hoy
FIFA 16, UN HERMOSO GOLAZO DE MEDIA CANCHA
La 23ª entrega de EA Sports logra ser la más fina, desafiante y divertida réplica jamás lograda de un partido de fútbol en TV con comando caprichoso.
Por Luis Paz
Un día, la prensa aceptó como redundante intentar calificar las dotes del mejor jugador de fútbol del mundo, y entonces el sustantivo “Messi” fue –porque en definitiva ya lo era– mayor y mejor que cualquier adjetivo. Con la saga de videojuegos de fútbol FIFA, que anualmente saca EA Sports, pasa algo similar. Hay un empeño por rectificarlo como el juego favorito de las previas, como manantial sudoroso del seno lechoso de la cultura pop, como emblema del desarrollo de la industria y hasta como modelo estadístico para predecir resultados de finales. Lo definitivo, lo único que importa y queda retumbando cuando se apaga la consola y se apoya la cabeza en la almohada, es que es un pasatiempo alevosamente divertido, pero también desafiante.
Si bien apareció hace dos meses y ya lleva 8,5 millones de copias vendidas para todas las plataformas (según VGChartz), FIFA 16 vuelve a ser novedad por la manija: terminados los campeonatos locales, la Copa Argentina y las Eliminatorias, pasado el último Barcelona-Real Madrid del año y con apenas algunos equipos locales en liguillas pre Libertadores y Sudamericana y un dizque Mundial de Clubes delante, la inmensa sombra del joystick refrescará el pronto verano. No es fútbol, claro, pero Pornhub tampoco es coger, ¿no?.
Es la vigésima tercera entrega de esta saga que atravesó toda plataforma gamer posible, que anualmente se renueva e incluye juegos oficiales de los Mundiales desde 1998. Son harto conocidas sus novedades generales (como la incorporación de selecciones de fútbol femenil) y sus mejoras (el sistema de transferencias, el absorvente modo fantasía FUT-FIFA Ultimate Team, el plan de defensa táctica) para esta edición. Pero acá el asado anda por el lado de la liga argenta con sus 30 equipos: el más obeso de los 26 torneos nacionales, algunos incluso con segundas, terceras y cuartas divisiones; y quizá el que mayores mejoras tuvo en cuanto a similitudes estéticas de los jugadores desde FIFA 15 (el torneo local recién apareció para el FIFA 14).
Pese a que apenas hay Monumental y Bombonera a escala digital y a que sólo la mitad de los 30 cuadros está licenciada con uniformes y nombres, no hay mayor problema en jugar contra un genérico Sarandí o contra un Bahía Blanca de camiseta amarilla y negra. No lo hay porque la experiencia en general es bien buena. Otra vez: divertida y desafiante. El sucedáneo de Libertadores y los torneos (por guita pixelada y prestigio onanista) de pretemporada dan otra vuelta a la manija. Y siempre, siempre, el anhelo de traerlo a Messi. En todo caso, está la posibilidad de dirigirlo en la Selección, de al fin poner a Tévez-Agüero-Messi-Higuain-Di María-Pastore-Dybala-Vietto-Icardi, con Mascherano abajo y Romero o Rulli o Guzmán o Barovero o Marchesín de 1.
Posibilidad, eso sí, más efímera que tiro al arco de Palacio, pues FIFA 16 no sólo es el mejor juego de fútbol hasta acá: lo es fundamentalmente por ser lo más parecido al fútbol que haya sido cualquier juego. Los ajustes de táctica, velocidad e IA, de progresión, ubicación y marca, las reacciones de defensas y arqueros y algunos reflejos del fútbol actual (juego al pie entre centrales y porteros, presión alta, colgaditas profundas) convierten a la experiencia de los botones en lo que el FIFA y sus rivales han querido conseguir siempre: la réplica de un partido por TV con comando caprichoso.
Parte de ese sentimiento se da en algunas decisiones finísimas de forma. En el hecho de que los jugadores rechacen venir a tu club, no importa cuánta tarasca les quieras poner. Los goles en offside que no se cobran enseguida, enhebrando festejo con decepción. A veces aparecen faltas obviadas por los árbitros. De manera aleatoria, alguno de la barrera se adelanta en un tiro libre y recibe amarilla. Cada tanto, repeticiones multicámara que entran en juego ante un tiro dudoso de haber entrado. ¡Y hasta el spray, esa paradoja arcaica y moderna, fetiche del arbitraje! Condimentos apenas, sabor al fin para un videojuego que es hermoso porque el fútbol y el jugar son hermosos.
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